jueves, 9 de diciembre de 2010

Mantra

Leo unas líneas de Benedetti, cada día, todos los días, desde hace dos años. Es como un mantra. Es mi espacio familiar en un entorno que no lo es. Son las líneas que el escribió, sin saberlo, para mí, en estos momentos.

Es curioso que la ironía hiciera que cuando yo más cerca estaba de sus poemas, fuera justo cuando se muriera, el año pasado, dejándonos huérfanos a unos cuantos incondicionales.

Solo puedo agradecer que fuera tan prolífico que en estos dos años, he podido leer 730 líneas diferentes, y aún me quedan…

Me siento reconfortada cuando leo esas líneas, en mi mantra diario, a veces las leo varias veces al día, y le entiendo, y pienso que nos entendía a todos y que escribía para reconfortarse el, y reconfortarnos a los demás.

A veces tenemos lujos delante que no sabemos apreciar.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Mille Collines Kukua

A veces te enamoras.

Yo me enamoré de un crío cuando era una cría y de un hombre cuando fui una mujer. Me enamoré de mi sobrina en cuanto la cogí entre mis brazos, y luego me he enamorado de ella varias veces más en estos diez años. Me he enamorado de grupos de música a los que seré fiel hasta que me muera, y me he enamorado de libros, de películas, de poemas, me he enamorado de la vida, y ella a veces me ha roto el corazón.

Hoy me he enamorado de un proyecto. Se llama Mille Collines y es una empresa de ropa de diseño con sede aquí, en Ruanda. La marca se llama Mille Collines Kukua y me encanta el formato, el diseño, la idea, la misión, la visión y la ilusión con la que lo llevan una parejita encantadora de Barcelona.

Para más info : www.millecollines.es

martes, 7 de diciembre de 2010

Bernadette

Érase una vez una mujer que vivía en la colina. Se llamaba, vamos a decir, Bernadette, era viuda, vivía sola y tenía cincuenta y cinco años. En este país, eso es ser una ancianita. Todo el mundo en el pueblo conocía a Bernadette, por supuesto. Es un pueblo pequeño en un país, de por sí, pequeño. Todo el mundo sabía que estaba gravemente enferma, y todo el mundo sabía que nadie de su familia, nunca, la iba a visitar. Del mismo modo que sabían que sus hijos, que vivían en Kigali, tenían posibles y unos coches pick up que cuestan un pastón.

Bernadette tenía un cáncer que le estaba dejando sin fuerzas, a penas podía levantarse, a penas hacer las labores en el campo, no tenía fuerzas ni para cocinar, ni podía ir a las fuentes del valle para coger agua. No tenía fuerzas para llevar una garrafa de 20 litros. Ni siquiera de 10. Los únicos días que Bernadette tenía agua era cuando un vecino benevolente se la traía. Como digo, todos sabían que estaba enferma y que nadie la visitaba, y de vez en cuando alguien se apiadaba de ella y de su situación.

Un día Bernadette no pudo luchar más contra esa enfermedad que le limitaba la vida y contra ese mundo que le fue hostil. El día que se divulgó la noticia de su muerte, la casa de Bernadette se llenó de coches pick up y de miembros de su familia, no faltó ni uno. Le hicieron un ataúd blanco con adornos y un velatorio en el que no falto de nada, durante días. Todo el pueblo fue al entierro y festejaron y rindieron homenaje a Bernadette.

La muerte en África…

Creo que ya os he hablado de esto en algún que otro post. La muerte es algo importante. La vida, a veces, no lo es tanto…

lunes, 6 de diciembre de 2010

Cuenta atrás

Hay días que desayunando en la terraza en pijama y chancletas, observo el jardín y pienso, dónde se puede vivir mejor que aquí, con esta eterna primavera…

Hay días que si me plantas un avión delante, lo cojo aun sin saber a dónde me va a llevar…

Quizá es por la proximidad a las vacaciones, quizá porque estos últimos meses ir a currar requería un esfuercito extra de moral, quizá sea porque creo haber alcanzado las más altas cotas de subrealismo laboral el pasado viernes, o quizá sea por todo junto.

Pero si me plantas un avioncito, me monto, aunque sean aerolíneas comerciales congoleñas.

Pero si en este punto me pongo a preferir, uno « destination Bilbao » me va muchito mejor, dejando al margen lo mucho que detesto ese aeropuerto concebido por alguien que olvidó que un aeropuerto tenía que tener espacio para la pista…

Quedan 17 días…

domingo, 5 de diciembre de 2010

Saudades

Nunca lo hubiera pensado. Pero me lo ha dicho mucha gente de distintos entornos. Hablo del Congo con una palpable nostalgia. Supongo que es cierto. No, en realidad, sé que es cierto.

Como te quedas? Yo, muerta.

Esa ciudad que no deja en ti el mínimo deseo de permanecer en ella, deja en realidad una huella profunda en el corazón. Es curioso cómo idealizamos las cosas en la distancia. Cómo borramos todo sentimiento negativo y recordamos sólo lo bueno. Creo que me he ganado por méritos propios un diploma Cum Laude en borrar de mi memoria lo negativo. Por varias razones, además.

Sobre todo recuerdo que la gente te mira a los ojos y te sonríe, o te grita ”bonjour” o “yo mundele”, o hacen un comentario, sobre si tu pelo es de verdad o es una peluca, y como les gusta que vayas vestida de paño, mientras te ofrecen a un precio demasiado alto (pero negociable) los mangos o las bananas que llevan en una cesta sobre la cabeza, o te piden un trabajo en esa organización cuyo logo figura en el coche del que te bajas, o te piden dinero simple y llanamente, porque ellos lo valen, por la deuda colonial. Te hablan, te hablan, te hablan. Te dicen lo que piensan: -Sabes?...(silencio, se acercan al oído) Eres muy guapa, maman…Son zalameros, hacen bromas, te miran de arriba abajo con descaro, te desnudan con la mirada, te sonríen, te preguntan por tu país, chapurrean algo en español, comentan algo de futbol (de los dos únicos equipos españoles que parecen contar en el extranjero…), abren la boca con admiración y se ríen a carcajadas si les dices algo en lingala…

En fin, ni cuando estaba allí, ni en mis peores días, se me pasaba por alto que los congoleños tienen muy buen humor. Mi compi y yo estábamos de acuerdo en que Kin debería ser una ciudad mucho más violenta de lo que es, y que los congoleños deberían estar mucho más enfadados de lo que están. En lugar de eso, están siempre dispuestos a sacarte a bailar y a compartir unas Primus. En fin, quizá sí, quizá es nostalgia, pero al César lo que es del César. Tienen muy buen carácter.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El punto de la comparación

Es posible que recordéis que mi última visita a casa me dejó traumatizada, demasiada recogida neumática y demasiado cartelito anti redensificación (que sigo sin saber lo que es, y sigue sin importarme un bledo).

Facebook es una herramienta interesante, como todo, depende de para que lo uses. Yo estoy inscrita en varias páginas que considero interesantes y que me mandan noticias. Hoy no he podido evitar sonreír. Me ha llegado una información sobre esa enorme urbe, ese monumento al cemento, sucia y caótica que es Kinshasa y otra sobre esa pequeña ciudad, verde y tranquila, que no la puede haber más primermundista que es Vitoria-Gasteiz.

Os pongo los links para que juzguéis vosotros mismos:


En esta noticia sobre Kin, juzgan el crecimiento de población que está sufriendo esta ciudad, con 8,7 millones de habitantes actualmente y con previsiones de convertirse en 4 millones más en 2020. Sin duda, ha recibido una gran afluencia de personas huyendo de la guerra, lo que la ha convertido en el caos que es, ya que Kin no llegaba al millón de habitantes en los tiempos de la independencia, eso quiere decir que en cincuenta años, la población de la ciudad se ha multiplicado por nueve. La noticia no entra a juzgar, que por supuesto, en una ciudad con una tasa de paro del 80%, esa gente no tiene ninguna oportunidad de sobrevivir y las van a pasar canutas…


La noticia afecta a la utilización de uno de los cien millones de servicios de la ciudad. En este caso, el tranvía, tan criticado en su día, tan utilizado hoy... (porque la verdad es que no depender del tráfico de vehículos, agiliza el trayecto en esa ciudad donde no sé por qué, pero el tráfico está gestionado como el culo…) La cuestión es que a partir del 1 de enero, las mascotas podrán utilizar el tranvía, como en el resto de Europa, porque no sé si os habéis enterado pero si Euskadi está en Europa, Vitoria más.

Y qué queréis que os diga, pero me ha entrado la risilla interna. Porque me han venido cositas a la cabeza, como la última reunión de mi comunidad de vecinos que tuve en el mes de mayo, (me vi obligada a ir, porque dejaba la administración), donde pasé tres horas, 180 preciados minutos de mi vida, escuchando los problemas del inmueble, que en boca de mis vecinos parecían el preludio a una guerra nuclear total sin precedentes, Def Con Uno que te cagas, y que a mí me parecían una lista de anecdotillas insignificantes, como casi todo lo que se puede solucionar con dinero. Y supongo que tiene que ver con nuestra vida, y nuestras experiencias previas lo que consideramos o no un problema. Y tiene que ver con nuestras expectativas vitales y nuestras prioridades, en lo que estamos dispuestos a invertir 180 minutos.

En relación a mi vida, mis experiencias previas, mis expectativas vitales y mis prioridades, puedo pasar el tiempo que sea necesario analizando los problemas de la superpoblación en grandes urbes africanas como Kin, ya ves, una que se pone a analizar y no para, porque para chula yo.

Pero no estoy dispuesta a entrar a debatir si la caca de los chuchos afecta a la seguridad del tranvía o perder un solo segundo, en escuchar que el sumidero del patio se atasca con frecuencia y que esto es equiparable al asesinato del archiduque de Austria o la invasión de Polonia. Porque no. Porque me la pela, en cantidades industriales, la caca del chucho y el sumidero. Y yo era una actriz pasable cuando hacía teatro, pero no me da para fingir tanto…

jueves, 25 de noviembre de 2010

Necesidades básicas

Necesito unas vacaciones. En el calor del hogar y el frío vitoriano. 

Las Navidades, turrón, regalos, comilonas, más turrón, más regalos, más comilonas me dan una pereza de kilo, pero ver a la familia; besos; abrazos; más besos; más abrazos; una cena con los primates; recuperar los puntos perdidos como tía favorita con mi sobrina; más besos; más abrazos; perder al chinchón; el puto amigo invisible, que me genera ansiedad ya, pero en el día mola; la sobredosis de pangus; más besos; más abrazos; jugar un time’s up; unas cañitas bien tirás; unos pintxos en el casco; el pelotón de fusilamiento al que me va a someter la Rutenia, frente a un café, que miedito me da, pero bueno, aguantaremos; alguna lagrimilla; más besos; más abrazos; excursiones varias a lo ven y cuéntalo y la visita a otros coleguitas varios; más besos; más abrazos…

Es un plan duli.

En fin, no puedo esperar…

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La distancia no hace el olvido, la distancia agudiza la memoria

Quizá no en los últimos dos años, pero recuerdo que el mes de noviembre siempre hace frio. Quizá no en los últimos dos años, pero recuerdo que en el mes de noviembre no se sale a la calle en chanclas. Recuerdo que empiezan a verse ya las luces de Navidad, la gente comprando compulsivamente, cierto agobio y emoción en el ambiente. Recuerdo que la tele empieza a bombardear con anuncios de juguetes y turrón, aunque quizá no en mis últimos dos años.

Recuerdo muchas cosas.

Recuerdo los veranos en la playa en Deba, con la abuela, su hermana, el tío, y mi primo mayor con su novia de toda la vida, que ha hecho más cosas con mi familia que yo, probablemente. Recuerdo gritos y risas, la siesta en el jardín, las olas tan fuertes que hacían daño e incluso cuando era pequeña, me daban un poco de miedo…

Recuerdo que la abuela conocía a todo el mundo y le hacia ilusión hablar con ellos en su euskera natal vizcaíno que a veces a mí, me costaba entender…Teníamos una rutina, siempre íbamos al mismo restaurante de menú del día y los camareros ya nos conocían, y saludaban a mi tío y le preguntaban qué tal estaba, el sonreía y contestaba que bien. Después la abuela, con su hermana y mi tío se echaban la siesta en el jardín. Mi primo, su novia y yo íbamos a la playa. Mi primo me ha llevado mucho a la playa…

Cuando era más joven, mi primo fingía que no le gustaban los niños y a veces era un macarra y hacia cosas que me asustaban y yo acababa llorando. Esto molestaba mucho a su novia, que le echaba la bronca y él luego siempre venia, se agachaba, me cogía por los brazos, me miraba a los ojos, me pedía perdón y me hacía darle un beso, él me daba otro, luego siempre decía algo que me hacia reír mucho, y el fin de semana siguiente me llevaba de poteo o a la playa otra vez, y yo estaba encantada con él, porque sabía que en el fondo, le gustaban mucho los niños.

Recuerdo el txistu, omnipresente en todas las Navidades, lo veo en la segunda balda de la estantería del salón, también mi tío solía dejar en esa misma balda la bufanda del Alavés, y la del Baskonia antes de los partidos. Quizá le gustase esa balda para dejar cosas.

Recuerdo que en un día de la Blanca, llegó a casa borracho porque había estado de poteo con su cuadrilla de Blusas y mamá se enfadó mucho, y actuó como cuando mamá se enfada mucho, que frunce el ceño, va deprisa a todas partes y no dice nada, pero cuando habla lo hace en imperativo y con una sola palabra y con un tono alto y seco que da mucho respeto. Mamá es una mujer que se hace respetar por todo el mundo.

Recuerdo las manualidades, hay por lo menos una en cada casa de mis tías, aunque hay una que se lleva la palma. El salón de mi tía tiene un mueble que es una especie de altar lleno de fotos de sus hijos, de sus nietos, juguetes aparcados, manualidades de mi tío e incluso el niño que mi tía tiene apadrinado, al que su hijo llama por un nombre que no es el suyo. A mi tía le encantan las fotos. A mí me encanta mi tía porque cuando se emociona grita y ríe mucho y te contagia su entusiasmo y siempre, siempre te dice lo que piensa, tanto si es bueno, que mola oírlo, como si es malo, que no hace gracia, pero yo prefiero saber siempre lo que los otros piensan. Además, tiene una capacidad que puede ser clasificada de super poder. Puedes ir ganándole de largo al chinchón, y en un segundo, es capaz de darle la vuelta al juego y desplumarte.

Como sepultada entre todas esos recuerdos está la televisión en esa casa, recuerdo que casi siempre había sintonizada una emisión deportiva, mis dos tíos se sentaban allá y podían pasar horas. Mi tío ha pasado muchas horas en esa casa, idolatraba a su cuñado, supongo que en cierto modo lo consideraba como un padre para él, o como el hermano que nunca tuvo. En ese sentido mi tío tuvo mucha suerte, el marido de mi tía, es el hombre con más paciencia que he conocido, porque no hay que perder de vista que el tío podía ser cansino y repetir lo mismo tres millones de veces, pero mi otro tío le contestaba a lo que decía las tres millones de veces y mantenían su propia y singular conversación entre gol y gol...

Me encanta mi familia, no es perfecta, pero casi, en cualquier caso, prefiero nuestros problemas. Hoy he recordado todo esto porque mi tío está muy enfermo en el hospital y esperamos un desenlace dentro de poco. En estos momentos me alegro mucho de que como yo, haya tenido la suerte de ser un miembro de esta familia, y no de otra, donde si tienes un problema todos se unen para ayudarte, donde sientes protección porque no van a dejar que si estas cayendo, caigas del todo, donde recibes tanto cariño gratuito, donde se te exige estar a la altura, y te expones a que te critiquen si haces algo que no gusta o que se sale del molde, pero tienes compensaciones cada día, y al fin y al cabo, en eso consiste la familia en nuestra mafiosa y maravillosa comprensión del término.

Por cierto, mi tío tiene Síndrome de Down, supongo que nada de lo que he explicado de su vida os lo habrá hecho deducir.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Ironías

Cuando no vives en tu ciudad de origen, y te vas al África subsahariana a trabajar, la gente te toma por una mujer de mundo.

Esto quizá era menos cuestionable viviendo en una gran ciudad como Kin, pero Kigali es un pueblecito. Todo el mundo conoce a todo el mundo, todo el mundo sabe lo que hace todo el mundo, y a la larga, todo el mundo cotillea sobre todo el mundo.

Irónico.

Salir de Vitoria-Gasteiz, donde todo el mundo conoce, critica y cotillea sobre lo que hace todo el mundo, con lo que siempre me ha repateado eso y con todos los esfuerzos que he hecho para pasar lo más desapercibida posible, para ir a parar a un lugar donde es aún peor.

Lo que os digo, irónico.

Puedes escapar de todo, menos del ser humano.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sesgos

Un blog es un arma de doble filo. Alguien que lo lee puede pensar erróneamente que está siguiendo una gran parte de las vivencias de otra persona. En realidad, está siguiendo una visión sesgada y subjetiva de una pequeña parte de las vivencias de otra persona, que previamente ha decidido que parte de su vida es suficientemente interesante como para hacerlo público, y generalmente, en el proceso, hay un no denostable grado de autocensura.

Lo digo porque me ocurre con frecuencia, empezar a escribir y borrarlo a continuación por considerarlo demasiado personal, o demasiado crítico, o demasiado personal…

Esto puede parecer una falacia, si he decidido publicar fotos, vivencias y opiniones personales  en un blog, entro ahora a valorar si es o no demasiado personal? Bueno, supongo que todo el mundo entiende que hay límites.

La cuestión es que mi sesgo personal el año pasado fue intentar contar anécdotas graciosas y no salivar demasiado por el colmillo, que es algo que conseguí con más o menos éxito según días…

Mi sesgo este año es intentar ser positiva y hacer entender a los que me rodean lo que para ellos es incomprensible: por qué tengo tan claro, que quiero seguir viviendo en África.

lunes, 15 de noviembre de 2010

jueves, 11 de noviembre de 2010

CineStar

No os he hablado del cine en Kigali. Hay dos cines que están en el barrio musulmán, Nyamirambo, entre las dos mezquitas. Uno, no lo conocemos. El otro es la cosa más maravillosa que existe en esta ciudad. Es una autentica sala de cine; con butacas de cine (un poco incomodas porque te caes hacia delante un poco); con su posavasos incluido; con pantalla grande; con coca cola; las palomitas tienen tierra, pero no hay que ponerse tiquismiquis…y lo mejor de todo: si llevas una peli, te la ponen.

Lujo.

Ayer vimos Nueve reinas, peli argentina, en Kigali, con un par.

El pobre hombre del cine no tiene mucho éxito, con lo cual cuando llegamos, nos recibe con los brazos abiertos, y le da igual ponernos su programación o cambiarla porque sabe que seremos sus únicos clientes.
Por un lado el chico da lástima, por otro, y egoístamente, si la cosa no fuera así, hubiera sido imposible poner una peli en un idioma que no entienden. La opción, cambiar la peli de su programación por otra que tenía en la reserva, ya la habíamos hecho, pero lo de la peli argentina fue llegar al sumun de somos los reyes del mambo.

Siempre salimos del cine, con la sensación que había olvidado ya de ser una niña pequeña que sale del cine habiendo flipado en colores de haber visto una peli en el cine. Porque a ninguno se nos escapa que estamos en Kigali, y que nos han puesto una peli que hemos elegido o que hemos llevado nosotros mismos. Vamos, que alguien me diga donde se vive mejor que en África.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

De qué lado estás

El otro día hablaba con unos amigos cooperatas que viven en Bukavu, y hablábamos entre cubatas de whiskey de cuál sería la solución para el país. Pongo lo de los cubatas de whiskey para ponernos en contexto. Uno proponía quemarlo entero, otro cimentarlo y otro repartir armas entre la población. Me pedían que aportase la mía, pero francamente, repartir armas entre la población me parecía tan bueno, que no fui capaz de mejorarlo.

Para los que ya me conocéis, en este momento estaréis riendo y reconociendo mi poso cáustico en cada línea. Para los que os estáis revolviendo en vuestra silla ante estas afirmaciones, aquí va la explicación políticamente correcta.

Toda persona que vive un tiempo en ese complejo país siente que la única solución posible es que todo mundele, venga de donde venga y haga lo que haga, debería coger sus bártulos y marcharse a otro lado. Te sientes parte del veneno que corroe el país, y te preguntas si tu contribución personal o en forma de proyecto, que realizas de forma más o menos acertada, contribuye al desarrollo o solo contribuye al veneno. La conclusión cambia según los días, pero la balanza se suele inclinar más hacia el veneno.

Y como persona que vive en ese país, sufres las consecuencias de la injusticia, de la corrupción y del absurdo en tus propias carnes, y te enfadas, con el país, con el sistema y con los congoleños por fomentar esa podredumbre. Pero en el fondo, aunque sea un día en el que te han tocado las narices miserablemente, (quizá ese día es muy, pero que muy en el fondo), les identificas como víctimas. Víctimas de la desgracia de ser ricos y de ser el pastel que se rapiñan entre unos cuantos (que luego envían a sus cooperaciones nacionales y a sus oeneges a mostrar su cara bonita y recién maquillada, algunos, también envían a sus soldados)…

De ahí la desesperanza. De ahí que te revuelvas incomoda cada día que pasa y que te preguntes que haces allá, y que cuando te preguntan cuál es la solución, la respuesta sea quemarlo entero. Porque nadie tiene la solución, porque la solución no se ve en el corto plazo, y porque la injusticia te abre en canal de una forma tan desgarradora, que te sientes como el verdugo de esas víctimas, que deberían tener derecho a decidir qué hacer con su propio y obscenamente rico país.

Colinitas














miércoles, 3 de noviembre de 2010

Karaoke oke

Estoy siendo muy informal. No escribo tanto como antes, y mis fans se están cabreando. De un lado, tengo menos tiempo (si, lo sé, excusa), de otro lado, mi filtro aquí para mis comentarios cáusticos ha de ser más intenso, y vivir con filtros siempre es un rollo, y por último, nada es comparable al surrealismo congoleño así que aquí no me da para contar tantas cosas graciosas.

Pero de todos modos, el karaoke es digno de mención. Es una barra cuadrada y todo el mundo se pone alrededor con el micrófono a cantar terriblemente mal y a beber Primus. Lo bueno es que a penas se oye al que canta porque absolutamente todo el mundo está berreando al unísono. Un karaoke en África, tendréis que reconocerlo, tiene mucha gracia…

domingo, 3 de octubre de 2010

Bukavu Reloaded

Desde aquí me separan seis horas de coche hasta Bukavu. Y el destino dicta que todo aquel que se va del Congo, volverá al Congo. Esto ha sido cierto con numerosos cooperantes (debería decirlo en femenino porque todas eran chicas). Pero la cuestión es que si las circunstancias y la Dirección General de Migraciones me acompañan en este empeño, regresare a Bukavu en dos semanas. Me hace una ilusión enorme.

Es el cumple de una amiga que me ha invitado y un amigo de Kigali y yo vamos a pasar el fin de semana al otro lado de la frontera, además coincide con la Marcha Internacional de las Mujeres asi que será un fin de semana interesante…

jueves, 9 de septiembre de 2010

Soy umuzungu como fui mundele

De nuevo, siempre blanco es la primera palabra que aprendes en una lengua africana. Para no dejarte llevar demasiado por el romanticismo, supongo. Para saber dónde estás, y donde debes quedarte. No te vayas a querer creer que el mundo es de otra manera.

Me he pensado mucho si continuar o no con este blog, al final, entre otras razones he decidido que a pesar de que Kig será de las ciudades más europeas de África, tiene cosas totales para un blog. O quizá deba decir que yo considero algunas cosas que ocurren aquí como anécdotas perfectas para MI blog. Eso es más exacto. Una visión acida y caustica como la mía sobre la realidad de una sociedad, y lo que esta sociedad considera banal y yo considero gracioso, o triste, o deplorable o maravilloso.

Tan banal como la clase de aerobic, por ejemplo. Ayer mientras calentábamos corriendo sin parar pensaba que más que una clase de aerobic, eso parecía un entrenamiento para el Ironman, y no dejaba de repetirme que esa clase y lo que en ella ocurre, es la típica cosa que yo contaría en este blog.

Así que ahí va.

Ubicación: Club de tenis en un barrio pijo de Kig.

Sala de unos 200 metros cuadrados. Ventanas cerradas porque el profe es un sádico y quiere que sudemos la gota gorda.

50 personas. Sip. La sala os había parecido grande pero ya se ha quedado pequeña con tanta gente.

45 hombres, 5 mujeres. De nuevo, sip, sorprendente.

Edades comprendidas entre los 30 y los 40 años. Ojiplática me hayo.

Hora de saltos (literal), 5 min de lo que podríamos llamar pasos de aerobic desde nuestra visión occidental, 5 minutos de estiramientos, 10 min de baile congoleño, y 10 minutos de abdominales sádicos que creo, nunca podré llegar a hacer ni aunque viva mil años. Conclusión: aerobic sádico extra de aeróbico. Es para verlo, esos 45 hombres (porque ya os digo que no son chavalines) que se vuelven locos con los saltos y la rumba congoleña, que gritan y que se animan unos a otros, que se cogen de la mano y que se preparan para el Ironman. Me entraba la risa, así que luego no puedo con los abdominales…

Pero ahí que repito cada semana, debe ser mi lado sadomasoquista jamás explorado…

martes, 6 de julio de 2010

Esto es África

Hoy he tenido otra nueva sesión de odio Vitoria y su perfección. Me he enterado de que el Ayuntamiento de Vitoria se gasta cinco millones de euros al año en mantenimiento de jardines. Es algo en lo que venía pensando estos días, porque he visto múltiples jardines con rosas, que no son baratas ni para comprar ni para mantener, plantas aromáticas, etc. Además de las múltiples reparaciones de calles recién remodeladas, porque han usado unos materiales muy bonitos y vistosos, pero que se joden enseguida. Y claro, me he cabreado. Porque estas cosas me cabrean, este despilfarro inútil y este descontrol del gasto público, y lo permisivos y tolerantes que somos con los pagos y cobros en B, que aumentarán con la crisis, y esta preocupación desmesurada por que España gane el mundial, que entonces, por si no se habían enterado, ya no habrá crisis. Sobre todo para los jugadores, que se embolsarán 600.000 euros cada uno. Pero a la gente le parece bien, porque revierte en el país (y cuando digo país, me refiero a las empresas), porque no creo que el mundial revierta en un descuento en mi recibo de la luz...

Pues eso, que como decían mis amigas ayer, mientras discutíamos sobre algunos de estos temas, no tengo que tener ninguna nostalgia, porque esto es África. Waka Waka.

Muertes en la RDC tras la explosión de un camión cisterna

Para ver la noticia pulsa aquí.

domingo, 27 de junio de 2010

Sin comentarios

Me he enterado por un blog de Kinshasa que la compañía aérea X ha tenido otro accidente...

viernes, 11 de junio de 2010

El mismo horror, las mismas víctimas

El LRA sigue atacando población civil, "reclutando" niños y niñas en sus filas y violando mujeres y niñas. La única diferencia: cada vez es más brutal. Pincha aquí para ver la noticia.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Choque cultural

Hoy he hablado con una amiga de Kin. Gracias skype, tan cerca, tan lejos...

Me dice que aproveche, que estoy muy bien aquí donde siempre hay agua, luz e internet sin cortes. Parece que desde hace días tiene problemas con el agua pero me dice que se ha acostumbrado a los cubos de agua fría con sistema integrado de cacito que te lo echas tú mismo con tu mecanismo por encima, y que de todos modos, no es tan grave porque hace calor...

Ella en Gombe no había tenido problemas de este tipo. Nosotros en Limete estábamos con los cubos de agua día sí, día no...y te acostumbras. Como a que se vaya la luz, que la conexión a internet sea una porra aunque te cobren un ojo de la cara (eso jode más), a los ratones y a las ratas (esto, también lo suprimiría con gusto). De todos modos, Gombe o Limete, da igual, ella ha tenido un problema de ratas mucho peor que el nuestro así que yo con gusto me ducho con cubos con tal de no ver pasar una rata por el salón mientras leo o veo la tele en el sofá...

Comento esto porque oído desde aquí, veo más el contraste. Oigo ruidos en la casa y estoy tranquila, sé que no es ningún ratón que se pasea por el techo, y que si en un momento dado necesito un ingrediente para cocinar, me calzo unas zapatillas y debajo de casa tengo un supermercado con todo lo que quiera y más.

Y me sorprendo a mi misma, conmigo misma.

¿Cómo es que quiero volver? ¿A los cortes de luz, cortes de agua, al internet intermitente y a los ratones? A que te pare un policía porque te has parado no a 20 sino a 15 metros de la línea (imaginaria) y has cometido una infracción y él es aquí la autoridad competente...a pagar por los errores de otros, al donne moi l'argent, y al yo mundele!!!

Pero lo cierto es que sí, a pesar de todo quiero volver.

A pesar de todo, esta ciudad perfecta que es Vitoria-Gasteiz, medida y pesada en su justo equilibrio, donde todo se recicla, todo se gestiona y todo se informa con folleto al día siguiente de haberse gestado, me molesta.

Estoy con síndrome de Estocolmo, lo reconozco. Pero todo me parece tan perfecto que me cansa mentalmente. Todo nuevo, reformado, columpios cada 20 metros, canchas de fútbol y baloncesto, y hasta de petanca gratuitas, centros cívicos, guarderías públicas, centros de salud nuevos o reformados, iluminación, rotondas con sistemas de reducción de la contaminación acústica, recogida neumática de basura...me parece que es demasiado. Me resulta el colmo de la vanguardia. Echo de menos un punto medio en el que los vitorianos no necesiten tantos servicios ni se quejen por la redensificación, que no sé ni qué coño es, y que los kinois tengan tan sólo un camioncito, que recoja las basuras y las lleve a un vertedero, una simple canalización de cemento para las aguas de lluvia y cuatro o cinco empresas, que funcionen en la ciudad.

Lo de Vitoria está muy bien, de verdad, es idílico, perfecto. Pero es irreal. A veces se nos olvida que vivimos en la parte del mundo de ese 20% de la población mundial que tiene cosas como la recogida neumática de basuras. El otro 80% del planeta, el mundo real, donde está Kinshasa, vive y muere entre la mierda, que se amontona durante años justo enferente de la puerta de su casita.

No voy a entrar a salivar por el colmillo con la teoría de que todo este derroche en el que vivimos (cambio de coche a los 5 años, cambio de la cocina a los 5 años, cambio de la decoración de la casa a los 5 años) es insostenible y es fruto de que hay gente que no tiene ni coche, ni casa en propiedad y además cocina en un brasero porque generalmente no hay luz. Y que el sistema se nutre de que es el bienestar de un 20 contra la supervivencia de un 80. Pero creo que es así. Porque a todos nos encanta cambiar de móvil, y si el coltán lo controlase el Congo y no las empresas extranjeras, quizá lo tuviéramos que pagar más caro y no podríamos permitirnos cambiar de móvil cada dos años. O peor, quizá el Congo fuera una superpotencia y empezaría a imponer reglas de mercado y Europa se convertiría en importador en lugar de exportador y con reglas justas tendría todas las de perder. Porque en Europa no hay materias primas, en Europa no hay nada de nada. Las tierras no son fértiles, sólo una cosecha al año contra las dos africanas o las cuatro cosechas anuales asiáticas. A penas hay minerales, a penas petróleo. En Europa sólo hay empresas que controlan la agricultura, los minerales y el petróleo de países subdesarrollados. Y Europa sabe que el mundo no tiene recursos suficientes como para que el 100% del planeta viva como vivimos nosotros. Con lo cual, no podemos permitir que las cosas cambien, porque si cambian, no vamos a vivir ellos un poco mejor y nosotros un poco peor. Van a vivir ellos mucho mejor y nosotros como ellos antes, porque el ser humano es vengativo, señoras y señores. Gandhis y Mandelas hay uno cada cien años, pero Mobutus y Mugabes los hay a patadas.

Esto es lo que me ha suscitado la recogida neumática de basuras. Es el ejemplo de algo que sólo es para unos pocos.

Vaya, creo que al final, sí que he salivado por el colmillo.

De Kin a Kig

Estoy en casa. Pero en un mes estoy de vuelta en el continente que nos queda al Sur a pasar lo que queda de año en Kigali, Ruanda.

Me ilusiona mucho y tengo ganas.

Un nuevo reto.

domingo, 9 de mayo de 2010

sábado, 8 de mayo de 2010

Because your welfare matters!

La oferta de ocio de Bukavu es limitada. El fin de semana pasado estuvimos en un bar congoleño con música en directo a tope (a tope quiere decir demasiado alto y con interferencias de sonido) con la rumba congoleña todo el santo día que a mi me parece una matraca insoportable.

Lo más divertido que puedes encontrar es el Welfare, todo el mundo habla de ello. Es el bar-restaurante-discoteca de la MONUC. Yes, I know. Esto os da una idea de la mezcla de gente que hay en Bukavu, que lo mismo un día estás tomándote una copa con un mercenario, que con un soldado, que con alguien de las minas, que con personal humanitario... A veces los más majos son los mercenarios y los de las minas, sobre todo si en la zona hay mucha ONG francesa, ya me entendéis. Con los soldados, reconozco que no he tenido excesivo contacto...

Pues allí que me planté.

A darlo todo con los uruguayos.

Igual no os lo creéis pero me lo pasé super bien! Creo que el vodka ayudó enormemente, pero aún así. Creedme cuando os digo que este año en el Congo me ha abierto la mente hasta límites insospechados, si es que no me canso de repetir que tengo mucho que agradecerle...

jueves, 6 de mayo de 2010

Vista atrás

La semana que viene a estas horas estaré en el aeropuerto a punto de coger el vuelo para Europa (si consigo antes regresar a kin con la compañía congoleña de mis amores...). En realidad, no me doy cuenta de que a pasado un año y de que regreso...

Mi sensación es de corazón dividido. Por un lado, no me apetece quedarme mucho más en Kin, pero por otro volver me da pereza y tristeza a la vez. Ha sido un año intenso en el que he aprendido casi tanto como en toda mi vida.

Ya sé que esto suena a topicazos de cuando vuelves la vista atrás...pero en realidad tengo que agradecerle mucho al Congo, hasta a los queridos amigos de la Dirección General de Impuestos que con tanta vehemencia han intentado chuparnos la sangre. Siempre por el bien de la Nación. Por supuesto. Que tiemblen Teléfonica o Iberdrola si me hacen alguna pifia con alguna factura. Se van a arrepentir de haber nacido...

De todos modos, es más o menos vox populi que probablemente regrese a África en el mes de julio. Grandes lagos, por supuesto, cerquita de Bukavu, que me ha robado el corazón...Eso me tranquiliza y me da ilusión, irte sabiendo que vas a volver, es una forma muy dulce de irse. Tengo mucha suerte. Últimamente no dejo de pensar eso. Soy una persona afortunada de poder hacer lo que me gusta, hacer frente a nuevos retos, cambiar, reír, sufrir, amar, odiar...estar viva al fin y al cabo, y lo más importante, sentirme viva.

Ya os lo dije, me ha picado el bicho.



martes, 4 de mayo de 2010

Kahuzi Biega











Bukavu es precioso. El lago Kivu es precioso. No dejo de pensar lo triste que es que esta zona tan maravillosa sea una desconocida para el mundo y que no viva del turismo porque está atravesando uno de los conflictos armados más atroces de la historia reciente. En realidad mi problema es que admiro la belleza del paisaje y lo que el resto del mundo quiere es lo que hay debajo de esos verdes prados. Pero aún así, tanta belleza y tanta sangre no deberían ir tan juntas. Recuerdo las palabras de Ramón Arozarena cuando hablaba del Congo y de la desgracia de ser rico.

Veo casas de más de una planta y aceras con baldosas, medianas con jardines y flores y creo que la gente que me ve mirar de un lado para otro debe pensar que soy como Paco Martinez Soria en la gran ciudad desarrollada (si los lugareños supieran quién es ese señor). Pero alucino con lo diferente que es de Kin.

También está mucho más militarizada. Es como si la ciudad fuera todo aquello que rodea a los campamentos de la MONUC, como si fuera un anexo pegado al campamento y no al revés.
Pero me siento feliz de haber venido. Creo que ha merecido totalmente la pena y que la imagen que me llevo del Congo es ahora un poquito más completa. De hecho, después de ver esto, puedo quedarme con un dulce sabor de boca sobre las potencialidades del Congo.
Ayer por la noche junto al lago, me sentí emocionada incluso pensando en lo afortunada que era por contemplar ese lago magnífico y lo triste que es que se haya quedado como un reducto para la admiración de algunos cooperantes, soldados, mercenarios y hombres de "negocios".

Hoy he ido a ver los gorilas del Parque Nacional de Kahuzi Biega. Es caro pero es el parque más barato de África donde se pueden ver gorilas. Esta es una subespecie del gorila de montaña con la espalda plateada. En un momento dado, he estado rodeada por gorilas. He tenido a un gorila macho de 250 kilos de peso a cuatro metros escasos de mis ojos durante una hora. Había un par de hembras y unas cuantas crías. Se me han puesto los pelos de punta como tres veces y me he emocionado como otras dos. Me sentía la persona más afortunada sobre la faz de la tierra.

Regresando del parque, pensaba de nuevo en la guerra y en lo injusta que es. Con nosotras iban seis guías armados porque la montaña donde viven los gorilas es también escondite de rebeldes. Belleza y sangre juntas. Constantemente.

Cada segundo que pasa me refuerza en la idea de indagar un poco más en el trabajo en esta zona increíble que es Grandes Lagos. Quizá me ha picado el bicho. Me han dicho que África, es lo que tiene...






Bukavu

He volado con una compañía aérea congoleña. Para ubicarnos. Naciones Unidas pone al servicio de todo el personal humanitario sus vuelos de MONUC y del PMA para evitar que los expatriados tomen vuelos nacionales. De hecho, las ONG grandes tienen prohibido por su protocolo de seguridad que sus trabajadores tomen vuelos comerciales.

Bien, pues hay dos compañías, una (vamos a llamarla X) que tuvo un accidente hace dos años y tuvo muy mala fama todo el año pasado, siendo la otra compañía (Y) la mejor y más recomendada durante el 2009. Hasta que la compañía Y este año no tiene más aviones y vuela con el avioncito que le queda, de hélice, que se estropea cada dos por tres y ahora, la mejor compañía más recomendada es la X que tuvo el accidente hace dos años.

Esto para que os hagáis a la idea de la oferta de vuelos y del hecho de que he hecho las paces con la idea de morir en el espacio aéreo congoleño cuando he cogido este vuelo (que por cierto, es de la compañía Y, recomendada el año pasado, pero no recomendada este año...).

Es cierto que tiene un servicio muy completo que te lleva desde Limete al aeropuerto de Kinshasa en bus gratuito y luego desde el aeropuerto de Bukavu hasta la agencia en la ciudad. Con lo cual he tenido la experiencia Y al completo.

Mi nueva compi me llevó a la agencia en Limete a las 6 de la mañana, no podréis creerme cuando os digo que ese lugar apesta. Huele fatal y os lo dice una persona que lleva 13 meses y pico en el Congo, vamos, que huele muy mal.

Me monté en el bus y el guardia de seguridad me pregunta si no tengo etiquetado mi equipaje de mano, le digo que no y me cago en todo cuando veo que todos los que van conmigo en el bus tienen la típica etiqueta que pone “equipaje de mano”. Y pensareis: qué chorrada, qué más da la etiqueta...ya, pero esta es lógica europea. Si un amable señor de la Dirección General de Migraciones quiere tocarme los pies por no tener puesta la etiqueta, puedo no tomar el vuelo...así que si ya iba un poco nerviosa, (he dicho que he hecho las paces con la idea de morir en el espacio aéreo congoleño y es cierto, pero eso no quiere decir que la idea no me ponga nerviosa), me siento todavía un poco más incómoda.

Saco mi libro y me pongo a leer. Veo que el que está delante mío hace lo mismo. De repente un señor, colocado estratégicamente en la primera fila, se levanta y se ofrece para hacer una pequeña oración. Yo sigo con mi libro. La pequeña oración se alarga y el tono sube. Me doy cuenta de que es uno de estos predicadores protestantes o de iglesias del despertar que gritan y gritan. Habla en lingala, pero en lingala de Kinshasa, es decir, muy mezclado con francés y entre mi francés y el poco lingala que sé, entiendo que está haciendo todo un discurso apocalíptico sobre hacer frente a la vida eterna sin temor, etc. De pronto me doy cuenta de que el hecho de que la compañía Y haya tenido problemas en el último año, a él le beneficia enormemente para sus quince minutos de gloria autobuseros, en los que de pie, delante de todos, grita sobre l'éternel (palabra que repite tres millones de veces) y busca el aplauso y la aprobación de la gente. Detecto que mi indiferencia, sumergida en mi libro como estoy, le molesta. Se acerca a mi varias veces a gritarme sobre el éternel, pero decido no darle la satisfacción de levantar mi cabeza, no vaya a creerse que le voy a conceder a ese charlatán un crédito que no merece.

Llegamos al aeropuerto, es en ese momento cuando el pesado termina su pequeña oración de media hora de gritos. Un par de intentos de sacarme un “extra de pasta” por parte de un par de agentes en el aeropuerto, vamos, lo normal, que capeo como puedo, en un caso incluso, arranco mi pasaporte de las manos de un agente de la DGM que se ofrece a realizar las formalidades. Como me resulta más que evidente que no hay ninguna formalidad que hacer, le digo que no es necesario y que yo lo puedo hacer mientras, como digo, le tomo mi pasaporte y mi billete con un rápido gesto.

Abro el equipaje de mano, registro, todo bien. El que va delante mío se resigna a dejar el desodorante y el gel en tierra, el que va detrás de mi, que es el que leía el libro en el autobús, argumenta que estas medidas de seguridad son estúpidas, el de la DGM se cabrea porque las medidas internacionales son cuestionadas, y yo me escabullo como puedo de lo que tiene pinta será una larga conversación sin final...

Por fin llego a la escalera del avión. El comandante está allí fuera también y yo me siento como un gladiador en un circo romano. Nosotros, todos en fila esperando para entrar al avión, no sin antes haber pasado por el último control, y él delante con las manos cruzadas en la espalda. Me dan ganas de decirle: - “Ave Cesar, los que van a morir te saludan”. Subo al avión. Es un avión chino que huele como la agencia, o sea, fatal. Todos los mensajes están en chino y en inglés y la cabina del comandante no se cierra así que les vemos durante todo el vuelo. Cuento 64 plazas, vamos un autobús de Urizar es más grande.

Estamos todos embarcados y no salimos. Veo que a la pista llega un coche y que se baja una familia, esto es típico también, gente que ha pagado y le dejan llegar hasta la pista con evidente exceso de equipaje. Entre el matrimonio (van con una cría de unos tres años) no son capaces de transportar todo lo que tienen. Todo lo que tienen incluye tres pantallas de televisión de plasma. Por fin después de cinco minutos de transportes de televisión, suben al avión. El marido llega hasta mi asiento e intenta colocarme en el sillón de al lado una maleta y una televisión de plasma. Milagrosamente el de atrás le ofrece otra ubicación para la tele de plasma y él se sienta al lado mio con su maletón sobre las rodillas. Estoy atrincherada.

Cuando creo que nos vamos ya, se repite la misma operación con otra familia que también llega con un coche hasta la pista. Mismo proceso. Odio el Congo.

Por fin despegamos. Tres horas de vuelo. El que leía en el autobús está de nuevo delante mío y saca su libro. Veo que el libro si titula “Negros furiosos y blancos mentirosos”. Será mejor no hacerle enfadar. Era de los pocos que había calificado como normales, así que me queda claro que no queda nadie normal en ese vuelo. Los otros blancos son unos ucranianos que no consigo ubicar en el mapa del Congo, pero tengo claro que no son personal humanitario ni soldados. Sobrevolamos la selva vírgen del Kasai, y pienso que si me muero después de haber visto esto, no está mal después de todo.

Llegamos a Kindu, donde hacemos una escala. El hombre de las tres televisiones se baja aquí. Los ucranianos bajan aquí también y ya consigo colocarles en el mapa del Congo: diamantes, decido. De pronto una mujer comienza a gritar por el teléfono y después a todo el avión. De nuevo en lingala. Pero entiendo que tiene unos familiares en kindu, y aunque ella viaja hasta Goma, quería bajar para saludarles, pero parece ser que en nuestro vuelo viajaba alguna personalidad de Kindu y las medidas de seguridad le impiden bajar a la pista. Se suceden las llamadas a la chica, ella explica gritando y entre sollozos que no puede bajar. De pronto, todo el avión (liderado por el de los negros furiosos) se pone contra la azafata exigiendo que la dejen ver a sus familiares. La azafata dice que no hay nadie en la pista, que han bajado juntas y que no había nadie, así que ahora todo el avión se pone contra la chica y le dicen que se calle y que ya verá a sus familiares otro día. Definitivamente, las otras 63 personas de ese vuelo han salido de un manicomio.

Se sube otro hombre que se sienta a mi lado, me saluda lascivo e invade descaradamente mi espacio, que de por sí, es reducido en este avión chino, hecho para la medida de los chinos. Si algo me saca de quicio, es un desconocido sobón. Intento recuperar mi espacio pero el tío es un sobón profesional. Afortunadamente, el avión chino se encarga de ello. Hace tanto frío en este avión cuando está a la suficiente altura, que el hombre se encoge para soportarlo. Me alegro de ser del norte.

Cuando estamos haciendo las maniobras previas al aterrizaje en Bukavu, el avión entra en turbulencias, en un momento dado el avión pierde altura de forma brusca y caemos como unos veinte metros en un segundo (no sé calcular exactamente), oigo que la gente grita, el de al lado, invasor de espacio, se agarra a mi muslo y me lo estruja con fuerza. No doy crédito. Le cojo la mano y tengo que hacer fuerza para quitarla de mi pierna, lo consigo pero él no suelta mi mano. No doy crédito. Le miro a la cara y está desencajado. La viva imagen del pavor absoluto, con los ojos cerrados con fuerza y la boca abierta. Teniendo en cuenta que no me había caído bien porque detesto a los sobones irrespetuosos, ahora me parece simplemente patético. Creo que pensaba que iba a morir. Yo sólo pensaba que es la invasión de mi espacio más transgredida jamás por un desconocido. Estoy de hecho, cabreada. Se nota que haber visto la selva del Kasai, ha contribuido a que haga definitivamente las paces con el posible accidente. En realidad, estaba segura de que no era más que una bolsa de aire. Todo se pasa y vuelve a la normalidad, él ni se disculpa, por supuesto, yo soy una mujer, por lo tanto, ni siquiera soy un ser humano, soy un simple posamanos, parece. Se hace el macho, por supuesto. No va a reconocer que hace un segundo se ha cagado en los pantalones. Me cae fatal y le recordaré de por vida con su cara desencajada, ojos cerrados haciendo fuerza y a punto de llorar mientras me estruja el muslo. Patético.

Aterrizamos en Bukavu. Jarrea de lo lindo.

Es un aeropuerto militar lleno de tanques y camiones de la MONUC. No hay terminal ni nada que se le parezca. Hay una caseta con los de la DGM y para de contar. Esperamos en la calle, bajo la lluvia, en el barro.

Pregunto por el autobús, me lo señalan. Por supuesto, es chino. Me informan de que las maletas se retiran en la agencia. Me parece un riesgo teniendo en cuenta que si no llegan, puedo no recuperarlas nunca. Me dicen que irán en una camioneta que seguirá al bus de pasajeros. Me resigno y me monto en el autobús. He sido, de hecho, la única que se ha resignado. Todo el mundo se apelotona al lado de la camioneta y trata de recuperar su equipaje y luego lo mete en el bus, para que así haya menos espacio y así podamos bloquear todo el pasillo. Oteo mi maleta y respiro, vigilo para que nadie se la lleve por equivocación.

Un abuelo con un traje ocho tallas más grande que él y un sombrero estilo cawboy con piel de dálmata se sube con su mujer, una abuelilla al bus, llevan una maleta y un saco cada uno, con lo que parece ser un animal muerto en su interior, gallina, intuyo. Van tan cargados que todo el bus tiene que moverse por ellos para dejarles pasar, se colocan en el medio con todas sus maletas. La gente comienza a gritarle al viejillo y a decrile que meta su maleta arriba en el maletero porque hay espacio. El viejo se niega, saca un asiento al lado de mi asiento (es un hecho que los raros tienen siempre que sentarse al lado mío) y coloca todas las maletas y pollos muertos en el pasillo. La discusión continúa y al viejo se la pela todo. Todos gritándole para que libere espacio y él que tururú. El joven de delante, al final, cabreado, coge la maleta del viejo y la coloca arriba, el viejo se levanta de un brinco y mueve la maleta para colocarla exactamente sobre su cabeza. Como si le fueramos a robar la maleta, teniendo en cuenta que en ese autobus no nos podíamos ni mover nadie. Por fin se sientan los dos abuelos en los asientos del pasillo, maletas de otros pasajeros que suben al bus por las ventanas. De pronto, un hombre de la compañía aérea Y se monta y exige que todos enseñemos nuestros billetes. Los viejos no tienen billetes. Bronca. Les exigen que paguen diez dólares al menos, el viejo se niega, la vieja no dice ni pío. El de la compañía se pone a gritar como un energúmeno y ahora es el viejo el que grita como un energúmeno. La vieja le empieza a decir a su marido que deberían pagar, el viejo se niega, así que la mujer propone bajarse del bus, rifirafe y el viejo accede. De nuevo, movilización del autobús para que pasen, con sus pollos, sus maletas y su sombrero de cawboy con tela de dálmata.

Creo que ha tenido que pasar más de media hora desde que nos hemos montado, pero por fin, salimos. El de la compañía está sentado al lado mío, de modo que vamos como sardinas en lata, yo con mi ordenador y mochila encima. La carretera no está asfaltada, es una carretera de ripio, pero vamos tan apretados que ni los baches nos mueven.

Empiezo a ver tiendas de campaña y más tiendas de campaña, soldados armados vigilándolas, son los campamentos de la MONUC que se suceden durante kilómetros, separados por nacionalidades. Siento un vacío en el estómago. Llevo aquí un año pero esto me impresiona mucho.

El paisaje es impresionante, precioso, colinas verdes sobre suelo de arcilla, todo cultivado (esto es una diferencia con respecto al Oeste). Tenemos una hora de camino. Nos paramos en varios pueblecitos y la gente aprovecha para comprar, el de la compañía Y compra cebollas (este es el único bus que no apestaba, así que esta situación debía ser remediada inmediatamente).

Diviso el lago Kivu, uno de los grandes lagos que da nombre a la zona, también impresionante.
La carretera mejora, de nuevo, labor de los chinos, omnipresentes. Por fin llegamos a Bukavu. Está un poco más desarrollado que kin, de hecho, es totalmente distinta, nadie diría que son dos ciudades del mismo país. Llegamos a la agencia y diviso caras conocidas. Estoy nerviosa por todo lo que me ha pasado en tan poco tiempo pero contenta de haber llegado. Otro día, os cuento más...

martes, 16 de marzo de 2010

Vecinos

Al lado de nuestra casa hay una iglesia de testigos de Jehová. Tenemos con ellos una relación cordial que podemos definir como inexistente. Los martes y los domingos hay misa, cantan con un piano durante una hora, y el resto del tiempo, silencio absoluto. Vamos, lo que se puede decir, el vecino perfecto en Kinshasa.

En general, la estructura de las casas en Limete con un muro cubierto con alambre no promueve que vayas de visita a casa de ningún vecino, con un vasito pidiendo sal. Sin embargo, Kin es una ciudad que no duerme nunca y puede haber fiestas que duran toda la noche o gente que decide que las tres de la mañana es una hora estupenda para cantar a capella cánticos religiosos, como los de la parcela vecina, por el otro lado. En estos casos, mi compi pone en práctica sus fluidos conocimientos de lingala y grita a pleno pulmón: tika makelele! (literalmente, cállate).

En fin, en esta cómoda inexistencia de relaciones vecinales nos movíamos hasta esta semana en la que los vecinos han considerado oportuno mandarnos una invitación a todo color (que les habrá costado un pastón, porque ya sabéis que aquí todo es caro, e imprimir en color más), para celebrar con ellos la muerte de Jesús.

Tres invitaciones, para tres personas que vivimos ahora en la casa con fecha y hora para el evento (he de deciros, por otra parte, que el conocimiento exacto de nuestra vida intramuros me ha dado un poco de miedito, porque yo no sé ellos cuántos son...pero supongo que se lo habrán preguntado al guardian, o quizá es que me resisto a admitir que una mundele en Kin nunca pasa desapercibida).

En resumidas cuentas, percal.

Me pregunto cómo tres ateas practicantes vamos a encontrar la manera de declinar amablemente esta invitación...

Esta misma mañana, y os juro que no he sido yo, me he encontrado las tres invitaciones en el cubo de la basura. En una casa en la que no se tira nada, que desde que llegué, he tirado a hurtadillas alguna que otra huevera y algún que otro bote, porque hay recopiladas hueveras de cartón y botes de vidrio desde el inicio de los tiempos, tanto que podríamos hacer un estudio de grabación insonorizado o incluso un bunker con hueveras y podríamos sobrevivir a un Def Con 2, con todo lo que habríamos embotado.






lunes, 15 de marzo de 2010

Para ilustrar de qué hablamos, cuando hablamos de corrupción...

Si hay algo que deteste en Kin por encima de todo es la compañía eléctrica, o la sociedad nacional de electricidad, la pandilla de mangantes, incompetentes más absurdos sobre la faz de la tierra.

En enero no hubo nadie en la casa porque todos estábamos de vacaciones de Navidad y hemos tenido la factura de electricidad más alta de la historia. Hasta aquí, aunque no os lo creáis, normal. Es al tipo de absurdeces a las que nos tienen acostumbrados. Vale, vamos a quejarnos, escribimos la cartita (aquí todo va por escrito y con acuse de recibo, no se te vaya a olvidar mi cara bonita y la bronca que te he echado)…Y por supuesto, no responden. Porque nunca responden. Volvemos con la cartita y con su sello de acuse de recibo, que ahora ¿ves como era útil? preguntándoles qué pasa con la factura desorbitada que no se corresponde a la realidad. Deciden mandar a un agente. Vale, estupendo, pues si no te importa, acompañamos a tu agente para ver qué hace y así mejor, ¿eh? Oui? Ça va? Ok, parfait.

El agente va con nuestro logista a la casa a ver el contador. El agente verifica que el contador funciona y que no se ha movido porque efectivamente NO había habido consumo. Viene a nuestra oficina, y salgo. Con la galantería a la que tengo acostumbrados a los agentes de la SNEL, (también a alguno de la Dirección General de Impuestos), le pido que por favor, s’il vous plaît, je vous en prie, diga en su departamento que el contador funciona y que nos reduzcan la factura acorde con el consumo. El hombrecillo, acepta, sin duda, son mis dotes para la diplomacia y se marcha.

Silencio administrativo.

Volvemos a ir a su oficina. Su propuesta: mandar no a uno, esta vez a dos agentes a verificar el contador. Sí, queridos, estoy empezando a perder la paciencia. Porque no os lo perdáis pero es nuestro coche el que les lleva a nuestra casa para verificar el contador verificado ya por otro agente y el que les tiene que dejar de nuevo en su oficina, porque encima se ponen chulitos, y te exigen que les pagues el transporte. En efecto, ya siento que me están tomando el pelo y ya he perdido la paciencia porque esta es la segunda vez que verificamos el dichoso contador y no hemos recibido una sola carta de respuesta (pero claro cómo van a gastar en nosotros, mundeles tocapelotas, un folio, un poco de tinta, el esfuerzo de escribir la carta y por supuesto, la electricidad necesaria para encender el ordenador). Bueno, supongo que entendéis que esta no es la primera vez que nos hacen una pifia así, que ya llevo aquí un año y esto no es nuevo, majicos, que llueve sobre mojado, de ahí mi cabreo in crescendo. Bien, el contador no funciona, o eso dicen. Entre los dos nuevos agentes está el amable agente, je vous en prie, que normalmente nos trae la factura y que dice, lástima que no estaba yo delante, que él desde hace tiempo había declarado que el contador no funcionaba. Mentira podrida, porque el puto contador funcionaba perfectamente. En fin, esto es muy habitual, términos como hace tiempo, los otros, antes, luego que no significan nada concreto son muy populares entre algunos miembros de la población. Concretar es morir. Porque sino yo le hubiera preguntado al amable agente, je vous en prie, desde qué fecha exacta el contador no funciona, él no habría sido capaz de precisarlo, pero si lo hubiera hecho, le hubiera sacado una recopilación de todas las facturas en las que figura que el contador funciona y que el cobro era acorde con lo que pone en el contador, y el amable agente, je vous en prie, hubiera flipado de que tengamos las facturas guardadas y con orden cronológico, porque eso él no lo ha visto en su oficina jamás.

Vale, el contador no funciona. Esperamos la respuesta a la carta. Silencio administrativo.

Siguiente factura. Mismo monto que la factura anterior. Ya me llevan todos los diablos, y a medicus mundi navarra también porque encima esta factura, les toca pagarla a ellos. Volvemos a la SNEL, nuestra segunda oficina (esto tiene connotaciones sexuales que ya os contaré en otro momento) a ver si al menos, podemos cambiar el contador.

Pues no.

No disponen de contadores. Arréglatelo tú porque sino vais a venir aquí a molestar y quejaros con cada factura (sí, esa es la idea, me lo paso pirata gritando como una energúmena porque tú no eres capaz de hacer bien tu trabajo, y encima quieres robarme, no te jode). De nuevo, me alegro de tener un logista tranquilo y pausado porque sino yo le hubiera mordido un ojo. Lo tienes que comprar tú por ahí y luego te cobran un pastón por instalarlo. Pero sólo se venden los industriales y esos están prohibidos para particulares. Pero si quieres, por el módico precio de 250 dólares, un agente de la SNEL te lo vende bajo manga y te lo coloca. Y lo que te va a colocar es ni más ni menos que uno de esos contadores industriales prohibidos para los particulares.

¿No te encanta?

El fin de la historia es la traca final, colofón para esta historia y la alegría que me va a durar hasta la próxima factura porque desde que llegamos de las Navidades, llevamos con cortes de luz durante todo el día, TODOS LOS DÍAS.

Visitas

Escribo por expreso deseo de mis fans, que me lo han solicitado ya que no podían vivir sin saber de mí. Bueno, de un solo fan que me lo ha solicitado y que quería saber qué es de mi vida. Bueno, en realidad es un colega, que sospecho que se aburría.

En cualquier caso, mis padres han estado de visita una semana. Ha estado muy bien pero en una semana hemos visto los bonobos (en plural porque eran dos, pero el acceso a verlos en grupo estaba restringido, un consejo, si pasáis por Kin y queréis ir al santuario de los bonobos Lola ya Bonobo, no vayáis en un día que no sea fin de semana, porque es un timo), el Lac Ma Vallée, el Museo de Historia, el Jardín Botánico de Kisantu, la Avenida de los Embajadores, nos hemos dado un masaje, hemos comido o cenado fuera varios días y qué quieres que te diga, pero tanto ocio, cansa.

Me quejo porque la vida del antihéroe es siempre más graciosa, pero en realidad he estado muy contenta tratando de enseñarles la cara amable de Kinshasa; la otra se ve fácil, y creo que se han ido muy contentos y tranquilos de poner cara y paisaje a lo que les cuento, y también a lo que no les cuento.

viernes, 19 de febrero de 2010

Staff Benda Bilili

Os acordáis que hace un tiempo comenté que me llevé una sorpresa yendo a un concierto? Os puse una noticia sobre este grupo de disminuidos físicos que tocan rumba y dan un espectáculo impresionante. Uno de ellos incluso toca un instrumento fabricado por él mismo a partir de una lata, y os juro que saca notas de ahí!!!. Acaban de regresar a Kin después de una gira europea agotadora.

Os pongo dos vínculos, uno un vídeo, para que los veáis, pinchad aquí.

Y otro, referencias sobre ellos en wikipedia, aquí.

Pure enterteinment...




miércoles, 10 de febrero de 2010

Las leyes de la genética no fallan nunca

Esta es una gran frase de una gran película argentina llamada “Un lugar en el mundo”. Hoy no puedo estar más de acuerdo. Mi madre y mi padre, acaban de comunicarme que con sus 67 y 68 años respectivos han decidido venir a visitarme al Congo.

Añadiré, para todos aquellos que no les conocéis, que para programar un fin de semana de, pongamos por ejemplo, “El románico de Zamora”, mi madre, amante del románico por otra parte, tiene que iniciar una campaña de sensibilización de meses para convencer a mi padre del interés de la visita en cuestión, y no siempre triunfa en su empeño, por lo que en lugar de renunciar a la excursión, se va sola o busca otros compañeros de viaje más dispuestos.

Pero, parece que el hecho de que nunca nadie de mi familia ha estado lejos de casa tanto tiempo, sumado al hecho de que yo nunca he pasado fuera tanto tiempo, y soy la pequeña y esas cosas influyen también, más el hecho de que están jubilados y disponen del tiempo y del dinero e indudablemente (y esto hubiera sido lo más cuestionable) tienen las ganas, proporcionan el coctel perfecto para que aterricen en el aeropuerto de N’Djili el día 13 de marzo de 2010.

De hecho, la precursora de la idea, mi madre, tuvo un momento de titubeo cuando le dije que la vacuna contra la fiebre amarilla es obligatoria para entrar en el país, pero mi padre la animó y ahí están los dos inmersos en la tramitación del visado.

Esto me ha hecho recordar que cuando les comuniqué a mis padres que dejaba un trabajo indefinido por venir a terreno, mi madre me pedía que lo pensase bien, y se mostraba cauta, y a pesar de que supongo que le daba miedo la idea, nunca trató de convencerme de que no lo hiciera. Esto era totalmente previsible para mí. Pero me sorprendió que mi padre me confesara que le daba envidia lo que hacía y que ojala él hubiera tenido el coraje de hacerlo. Esto sí que fue una sorpresa.

En cuanto a mí, la verdad, pensaba que cerraría esta increíble etapa de mi vida manteniéndola en mi recuerdo como algo que solo yo y las personas que conocí en Kinshasa compartimos (exceptuando la visita de alguna gente de ONG que conocía, pero queridos, no es lo mismo). Ahora, dos de las personas más importantes de mi vida estarán aquí para ver la realidad del país y de mi día a día, pondrán caras y nombres y paisajes a lo que les cuento por teléfono. Creo que tanto en ellos como en mi misma, la visita supondrá una diferencia.

En fin, que tengo claro a quiénes he salido. Las leyes de la genética no fallan nunca.

lunes, 1 de febrero de 2010

La Biblia Envenenada

He leído un libro que creo que debo recomendaros. Se llama la Biblia Envenenada y cuenta la historia de cómo un pastor baptista, su mujer y sus cuatro hijas viajan desde USA hasta el Congo Belga para evangelizar a sus gentes.

El, fanático y cegado por su fe, la mujer, al principio sumisa y después, resuelta, sus hijas, cada una con una aceptación y aproximación a la realidad congoleña diferente, la que nunca se adapta, la que se integra inmediatamente, la que lo vive como espectadora y la que encuentra su vida en el país. A cada una, el Congo le deja una cicatriz distinta con la que tendrán que aprender a vivir el resto de su vida.

En principio, la autora no ha estado nunca en el Congo, pero es impresionante como es capaz de entrar en el detalle de los sentimientos que son tan genuinos y especiales de una mujer blanca en el Congo. Según avanza el libro, los personajes tienen una clara evolución, pero según avanza el libro, yo misma me veía reflejada en los sentimientos de la madre y las hijas en diferentes momentos de mi estancia en Congo. Creo que cada mujer blanca viviendo en el Congo es un compendio de esas cinco mujeres que sufren y aman en la colonia belga.

Lo devoré en dos días.

Contra todo pronóstico

Pues MMB no debe de saber muy bien lo que está haciendo, pero a falta de alguien mejor, soy la jefa. Ahora misma tengo el estatus de coordinadora de proyectos. Contra todo pronóstico, estoy encantada. En general, con todo. Veo Kinshasa con los ojos de la que se va y estoy mucho más a gusto. Me quedan apenas unos meses de misión y tolero muchas más cosas o al menos, las llevo sin tanta ansiedad. Pero al mismo tiempo, soy muy consciente de que es porque sé que me marcho. Sino la idea de seguir discutiendo por enésima vez el mismo problema, originado por otros, del que tu solo has intentado poner una solución, y al final te llevas todas las culpas si lo mas mínimo sale mal, durante otros doce meses…sería algo que me generaría sensación de ahogo. De momento, lidio con los amigos corruptos y sin corromper del Estado congoleño, si le podemos llamar Estado, con dignidad y paciencia (y alguna subida de tono que otra). Y disfruto todo lo que puedo de mi equipo, de mis amistades, de esta ciudad que al fin y al cabo, ofrece tantas cosas…

martes, 26 de enero de 2010

Vacaciones

He estado de vacaciones, en el frio vitoriano y el calor del hogar, básicamente, no he hecho nada especial y básicamente, ese era el plan. Quedar con los amigos, estar con la familia, tomar café, tomar cervezas…y recuperar fuerzas y energía para el último coletazo.

El regreso ha sido un poco duro al principio, enseguida te acostumbras al ritmo de allá y luego tienes que volver aquí, y el ritmo es distinto, entendedme, en términos de curro, aquí el ritmo es frenético, pero en términos de vida social, la cosa desciende un poquito.

Así que vuelta a Kin, donde los seguratas de los supermercados van con una AK47 y con ella, paran el trafico para que saques tu coche del aparcamiento, donde un espejo colgado de un árbol y una silla de plástico en la calle son una peluquería y donde, por irónico que te parezca, veras mas HUMMER que en toda tu vida…

Bienvenue au Congo!!!