jueves, 9 de diciembre de 2010

Mantra

Leo unas líneas de Benedetti, cada día, todos los días, desde hace dos años. Es como un mantra. Es mi espacio familiar en un entorno que no lo es. Son las líneas que el escribió, sin saberlo, para mí, en estos momentos.

Es curioso que la ironía hiciera que cuando yo más cerca estaba de sus poemas, fuera justo cuando se muriera, el año pasado, dejándonos huérfanos a unos cuantos incondicionales.

Solo puedo agradecer que fuera tan prolífico que en estos dos años, he podido leer 730 líneas diferentes, y aún me quedan…

Me siento reconfortada cuando leo esas líneas, en mi mantra diario, a veces las leo varias veces al día, y le entiendo, y pienso que nos entendía a todos y que escribía para reconfortarse el, y reconfortarnos a los demás.

A veces tenemos lujos delante que no sabemos apreciar.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Mille Collines Kukua

A veces te enamoras.

Yo me enamoré de un crío cuando era una cría y de un hombre cuando fui una mujer. Me enamoré de mi sobrina en cuanto la cogí entre mis brazos, y luego me he enamorado de ella varias veces más en estos diez años. Me he enamorado de grupos de música a los que seré fiel hasta que me muera, y me he enamorado de libros, de películas, de poemas, me he enamorado de la vida, y ella a veces me ha roto el corazón.

Hoy me he enamorado de un proyecto. Se llama Mille Collines y es una empresa de ropa de diseño con sede aquí, en Ruanda. La marca se llama Mille Collines Kukua y me encanta el formato, el diseño, la idea, la misión, la visión y la ilusión con la que lo llevan una parejita encantadora de Barcelona.

Para más info : www.millecollines.es

martes, 7 de diciembre de 2010

Bernadette

Érase una vez una mujer que vivía en la colina. Se llamaba, vamos a decir, Bernadette, era viuda, vivía sola y tenía cincuenta y cinco años. En este país, eso es ser una ancianita. Todo el mundo en el pueblo conocía a Bernadette, por supuesto. Es un pueblo pequeño en un país, de por sí, pequeño. Todo el mundo sabía que estaba gravemente enferma, y todo el mundo sabía que nadie de su familia, nunca, la iba a visitar. Del mismo modo que sabían que sus hijos, que vivían en Kigali, tenían posibles y unos coches pick up que cuestan un pastón.

Bernadette tenía un cáncer que le estaba dejando sin fuerzas, a penas podía levantarse, a penas hacer las labores en el campo, no tenía fuerzas ni para cocinar, ni podía ir a las fuentes del valle para coger agua. No tenía fuerzas para llevar una garrafa de 20 litros. Ni siquiera de 10. Los únicos días que Bernadette tenía agua era cuando un vecino benevolente se la traía. Como digo, todos sabían que estaba enferma y que nadie la visitaba, y de vez en cuando alguien se apiadaba de ella y de su situación.

Un día Bernadette no pudo luchar más contra esa enfermedad que le limitaba la vida y contra ese mundo que le fue hostil. El día que se divulgó la noticia de su muerte, la casa de Bernadette se llenó de coches pick up y de miembros de su familia, no faltó ni uno. Le hicieron un ataúd blanco con adornos y un velatorio en el que no falto de nada, durante días. Todo el pueblo fue al entierro y festejaron y rindieron homenaje a Bernadette.

La muerte en África…

Creo que ya os he hablado de esto en algún que otro post. La muerte es algo importante. La vida, a veces, no lo es tanto…

lunes, 6 de diciembre de 2010

Cuenta atrás

Hay días que desayunando en la terraza en pijama y chancletas, observo el jardín y pienso, dónde se puede vivir mejor que aquí, con esta eterna primavera…

Hay días que si me plantas un avión delante, lo cojo aun sin saber a dónde me va a llevar…

Quizá es por la proximidad a las vacaciones, quizá porque estos últimos meses ir a currar requería un esfuercito extra de moral, quizá sea porque creo haber alcanzado las más altas cotas de subrealismo laboral el pasado viernes, o quizá sea por todo junto.

Pero si me plantas un avioncito, me monto, aunque sean aerolíneas comerciales congoleñas.

Pero si en este punto me pongo a preferir, uno « destination Bilbao » me va muchito mejor, dejando al margen lo mucho que detesto ese aeropuerto concebido por alguien que olvidó que un aeropuerto tenía que tener espacio para la pista…

Quedan 17 días…

domingo, 5 de diciembre de 2010

Saudades

Nunca lo hubiera pensado. Pero me lo ha dicho mucha gente de distintos entornos. Hablo del Congo con una palpable nostalgia. Supongo que es cierto. No, en realidad, sé que es cierto.

Como te quedas? Yo, muerta.

Esa ciudad que no deja en ti el mínimo deseo de permanecer en ella, deja en realidad una huella profunda en el corazón. Es curioso cómo idealizamos las cosas en la distancia. Cómo borramos todo sentimiento negativo y recordamos sólo lo bueno. Creo que me he ganado por méritos propios un diploma Cum Laude en borrar de mi memoria lo negativo. Por varias razones, además.

Sobre todo recuerdo que la gente te mira a los ojos y te sonríe, o te grita ”bonjour” o “yo mundele”, o hacen un comentario, sobre si tu pelo es de verdad o es una peluca, y como les gusta que vayas vestida de paño, mientras te ofrecen a un precio demasiado alto (pero negociable) los mangos o las bananas que llevan en una cesta sobre la cabeza, o te piden un trabajo en esa organización cuyo logo figura en el coche del que te bajas, o te piden dinero simple y llanamente, porque ellos lo valen, por la deuda colonial. Te hablan, te hablan, te hablan. Te dicen lo que piensan: -Sabes?...(silencio, se acercan al oído) Eres muy guapa, maman…Son zalameros, hacen bromas, te miran de arriba abajo con descaro, te desnudan con la mirada, te sonríen, te preguntan por tu país, chapurrean algo en español, comentan algo de futbol (de los dos únicos equipos españoles que parecen contar en el extranjero…), abren la boca con admiración y se ríen a carcajadas si les dices algo en lingala…

En fin, ni cuando estaba allí, ni en mis peores días, se me pasaba por alto que los congoleños tienen muy buen humor. Mi compi y yo estábamos de acuerdo en que Kin debería ser una ciudad mucho más violenta de lo que es, y que los congoleños deberían estar mucho más enfadados de lo que están. En lugar de eso, están siempre dispuestos a sacarte a bailar y a compartir unas Primus. En fin, quizá sí, quizá es nostalgia, pero al César lo que es del César. Tienen muy buen carácter.