Hay muchas cosas a las que me he acostumbrado
después de unos años viviendo en Grandes Lagos, de hecho, mucho ya no me llama
la atención, y es una pena. Como ejemplo, los bolsos con el plástico aún sin
quitar para que parezca nuevo, en la línea de: trajes con la etiqueta por fuera
para que se vea la marca, o paños con la pegatina del Wax (paño) y procedencia
(China, en la mayoría de los casos) también para que parezca nuevo durante más
tiempo que sólo una puesta. Este concepto, que nos resulta tan extraño, en el
fondo, es el viejo y castizo “por aparentar” que tanto conocemos y tan familiar
nos resulta. Aquí en Kinshasa, cobra su nota dramática cuando el plástico que
recubre las asas del bolso, empieza a tomar una preocupante tonalidad marrón,
que me hace pensar en el factor higiénico y de salud de la persona en cuestión, que trata de aparentar.
Sin embargo, hay algo a lo que no me he
acostumbrado, y creo que nunca me acostumbraré, pero quién sabe. Se trata de
las llamadas telefónicas a horas inopinadas. Tan comunes en este país.
En el fondo, es mi culpa. Si hubiera optado
por la inculturación a todo nivel, tendría dos teléfonos. O tres. No puedes ser
alguien que se haga respetar en la RDC, si sólo tienes un teléfono. Has de tener dos
teléfonos físicamente, y además cada uno, con tarjetas sim de compañías
diferentes, para aprovechar las ofertas de ambos proveedores, y además, poder
llamar a todo el mundo independientemente de las compañías que utilicen.
Como me he negado a utilizar dos números y
dos teléfonos, sólo tengo un número y un teléfono, y además, para más
cabezonería, no lo apago por las noches, -simplemente, porque no tengo la
costumbre-, supongo que a estas alturas ya veis dónde se sitúan todo mi cúmulo
de errores…
Los congoleños llaman a cualquier hora. A
cualquier hora, oigan. Esta misma noche, un número que no tengo registrado, me
ha llamado a la una de la mañana. No es la primera vez; números, que tengo a
veces registrados, me han llamado a las cuatro, o cinco, de la mañana.
He de decir que cuando he recibido estas
llamadas, en todos los casos estaba durmiendo, y en todos los casos me he
despertado con un sobresalto al que le ha seguido un infarto de miocardio, y la
consiguiente asociación mental, de que si alguien me llama a las cuatro de la
mañana, es porque a un miembro inmediato de mi familia, le ha dado también un
infarto de miocardio, unos minutos antes de la llamada. Pero no. Es sólo un
congoleño. Con o, porque siempre son hombres. Las características comunes de
todo llamador de madrugada son: a) hombre b) con una tarifa de mierda con la que las
llamadas son más baratas de 11pm a 6 de la mañana, que abundan aquí en Congo c)
algún tipo de calentón me imagino, pero tampoco quiero pensarlo demasiado…
Nunca contesto al teléfono, por varios
motivos. El primero, y principal, es que estoy ocupada intentando recuperar mi
ritmo cardiaco, y respirando profundamente, dentro, fuera, aliviada de darme
cuenta que el abuelo no se ha muerto, porque con el sobresalto del momento se
me había olvidado que ya se murió hace años…
El segundo es que estoy de una mala hostia de
proporciones hercúleas, porque un petardo que no sé ni quién es, o aunque lo
sepa (a veces eso es peor), me acaba de arruinar mi apacible sueño, con lo que a
mí me cuesta volver a dormirme cuando me despierto en mitad de la noche, y el
dolor de cabeza que tengo al día siguiente por haber dormido mal.
El tercer motivo es ¿qué tipo de estúpida conversación
tienes con un desconocido, con muy pocas luces por lo que parece, recién
despertada, post sobresalto y en fase de recuperación tras el infarto?.¿Qué
puede estar esperando como resultado de semejante interacción, el lumbreras en
cuestión?
– "Oh, no sabes qué ilusión me hace esta
llamada a las cuatro de la mañana…justo estaba pensando en ti…"
Supongo que ha de ser eso, porque si no, no
me lo explico. Aunque de todos modos, no me lo explico. Pensar que una tía que
has visto una vez en tu vida, en un entorno de trabajo, que te ha dado su
tarjeta, porque entre otras cosas, es parte de su trabajo hacerlo, va a estar
súper contenta de que le llames a las cuatro de la mañana, -un martes-, está,
en mi opinión, al mismo nivel que creer en los unicornios; las sirenas; las
lamias; el basajaun; pensar que si haces la mayonesa con la regla se corta; o que
si pones el disco de los Beatles al revés, oyes al diablo, o a alguno de sus coleguitas
de la cuadrilla.
De todos modos, no sé por qué me sorprende
tanto, porque aquí en Grandes Lagos, son los reyes del pensamiento mágico, todo
es magia, todo es inexplicable y cuando se explica, se le da otra explicación.
Así que me puedo imaginar que estos hombrecitos pueden fácilmente creerse que la
parada cardiaca es la vía directa a la cama, y al amor eterno, -¿por qué no?-, de
una mujer.
Lo que tendría que hacer es comprarme otro teléfono, y otra sim. Llamarlo el "teléfono para los petarditos", tenerlo siempre apagado, y dormir mejor, pero supongo que todo el mundo tiene sus incoherencias.
Lo que tendría que hacer es comprarme otro teléfono, y otra sim. Llamarlo el "teléfono para los petarditos", tenerlo siempre apagado, y dormir mejor, pero supongo que todo el mundo tiene sus incoherencias.
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