domingo, 15 de noviembre de 2009

Curioso

He llegado de una de las ciudades con más alta calidad de vida del mundo para vivir en una de las ciudades más pobres.

La gente que me rodea sobrevive con menos de un dolar al día. La gente que me rodea es la gente de la que siempre hablan las estadísticas del PNUD. Resulta que tienen cara, y cuerpo y manos. Resulta que si les viese en otro lugar, en otro momento, si les viese delante de un fondo blanco y anodino, no pensaría que es la gente de la que hablan las estadísticas que manejamos las ONG.

Porque esa gente habla, camina, se comporta como tú y como yo. Esa gente viste mejor que tú y que yo, tiene dos móviles y escucha discos de Werrason. Parecen más saludables que tú y que yo, son más fuertes y cuando sonríen, el mundo se para por el espacio de un segundo.

Es curioso cómo los seres humanos tenemos esa gran capacidad de adaptación. Cómo alguien que no tiene ningún colchón económico, ni ninguna estabilidad, ni garantía de futuro puede fingir lo contrario. Y es curioso, como yo, ajena como soy a este mundo y acostumbrada como estoy a una alta calidad de vida, puedo acostumbrarme a la extrema pobreza con semejante facilidad. He tenido que leer estadísticas de Kinshasa para caer en la cuenta de que esa gente que me vende plátanos, gofres o mandioca en la calle puede obtener un día ocho dólares y al día siguiente le roban y tiene que empezar su micronegocio desde cero y en números rojos. Esto es el caso real, lo que las frías estadísticas convierte en un difuso "por debajo de un dólar al día", porque las estadísticas no te cuentan lo que hay detrás. No pueden. Tampoco quieren, a veces.

Pero las estadísticas al fin y al cabo, se refieren a ellos, a los que cuando sonríen, el mundo se para por el espacio de un segundo.

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