miércoles, 10 de febrero de 2010

Las leyes de la genética no fallan nunca

Esta es una gran frase de una gran película argentina llamada “Un lugar en el mundo”. Hoy no puedo estar más de acuerdo. Mi madre y mi padre, acaban de comunicarme que con sus 67 y 68 años respectivos han decidido venir a visitarme al Congo.

Añadiré, para todos aquellos que no les conocéis, que para programar un fin de semana de, pongamos por ejemplo, “El románico de Zamora”, mi madre, amante del románico por otra parte, tiene que iniciar una campaña de sensibilización de meses para convencer a mi padre del interés de la visita en cuestión, y no siempre triunfa en su empeño, por lo que en lugar de renunciar a la excursión, se va sola o busca otros compañeros de viaje más dispuestos.

Pero, parece que el hecho de que nunca nadie de mi familia ha estado lejos de casa tanto tiempo, sumado al hecho de que yo nunca he pasado fuera tanto tiempo, y soy la pequeña y esas cosas influyen también, más el hecho de que están jubilados y disponen del tiempo y del dinero e indudablemente (y esto hubiera sido lo más cuestionable) tienen las ganas, proporcionan el coctel perfecto para que aterricen en el aeropuerto de N’Djili el día 13 de marzo de 2010.

De hecho, la precursora de la idea, mi madre, tuvo un momento de titubeo cuando le dije que la vacuna contra la fiebre amarilla es obligatoria para entrar en el país, pero mi padre la animó y ahí están los dos inmersos en la tramitación del visado.

Esto me ha hecho recordar que cuando les comuniqué a mis padres que dejaba un trabajo indefinido por venir a terreno, mi madre me pedía que lo pensase bien, y se mostraba cauta, y a pesar de que supongo que le daba miedo la idea, nunca trató de convencerme de que no lo hiciera. Esto era totalmente previsible para mí. Pero me sorprendió que mi padre me confesara que le daba envidia lo que hacía y que ojala él hubiera tenido el coraje de hacerlo. Esto sí que fue una sorpresa.

En cuanto a mí, la verdad, pensaba que cerraría esta increíble etapa de mi vida manteniéndola en mi recuerdo como algo que solo yo y las personas que conocí en Kinshasa compartimos (exceptuando la visita de alguna gente de ONG que conocía, pero queridos, no es lo mismo). Ahora, dos de las personas más importantes de mi vida estarán aquí para ver la realidad del país y de mi día a día, pondrán caras y nombres y paisajes a lo que les cuento por teléfono. Creo que tanto en ellos como en mi misma, la visita supondrá una diferencia.

En fin, que tengo claro a quiénes he salido. Las leyes de la genética no fallan nunca.

1 comentario:

  1. Hola Paloma!! Qué buena noticia! Disfrutad mucho los tres y aprovecha la visita... que nosotras por aquí estamos deseando verte pronto.
    Muxus!!

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