Si hay algo que deteste en Kin por encima de todo es la compañía eléctrica, o la sociedad nacional de electricidad, la pandilla de mangantes, incompetentes más absurdos sobre la faz de la tierra.
El agente va con nuestro logista a la casa a ver el contador. El agente verifica que el contador funciona y que no se ha movido porque efectivamente NO había habido consumo. Viene a nuestra oficina, y salgo. Con la galantería a la que tengo acostumbrados a los agentes de la SNEL, (también a alguno de la Dirección General de Impuestos), le pido que por favor, s’il vous plaît, je vous en prie, diga en su departamento que el contador funciona y que nos reduzcan la factura acorde con el consumo. El hombrecillo, acepta, sin duda, son mis dotes para la diplomacia y se marcha.
Silencio administrativo.
Volvemos a ir a su oficina. Su propuesta: mandar no a uno, esta vez a dos agentes a verificar el contador. Sí, queridos, estoy empezando a perder la paciencia. Porque no os lo perdáis pero es nuestro coche el que les lleva a nuestra casa para verificar el contador verificado ya por otro agente y el que les tiene que dejar de nuevo en su oficina, porque encima se ponen chulitos, y te exigen que les pagues el transporte. En efecto, ya siento que me están tomando el pelo y ya he perdido la paciencia porque esta es la segunda vez que verificamos el dichoso contador y no hemos recibido una sola carta de respuesta (pero claro cómo van a gastar en nosotros, mundeles tocapelotas, un folio, un poco de tinta, el esfuerzo de escribir la carta y por supuesto, la electricidad necesaria para encender el ordenador). Bueno, supongo que entendéis que esta no es la primera vez que nos hacen una pifia así, que ya llevo aquí un año y esto no es nuevo, majicos, que llueve sobre mojado, de ahí mi cabreo in crescendo. Bien, el contador no funciona, o eso dicen. Entre los dos nuevos agentes está el amable agente, je vous en prie, que normalmente nos trae la factura y que dice, lástima que no estaba yo delante, que él desde hace tiempo había declarado que el contador no funcionaba. Mentira podrida, porque el puto contador funcionaba perfectamente. En fin, esto es muy habitual, términos como hace tiempo, los otros, antes, luego que no significan nada concreto son muy populares entre algunos miembros de la población. Concretar es morir. Porque sino yo le hubiera preguntado al amable agente, je vous en prie, desde qué fecha exacta el contador no funciona, él no habría sido capaz de precisarlo, pero si lo hubiera hecho, le hubiera sacado una recopilación de todas las facturas en las que figura que el contador funciona y que el cobro era acorde con lo que pone en el contador, y el amable agente, je vous en prie, hubiera flipado de que tengamos las facturas guardadas y con orden cronológico, porque eso él no lo ha visto en su oficina jamás.
Vale, el contador no funciona. Esperamos la respuesta a la carta. Silencio administrativo.
Siguiente factura. Mismo monto que la factura anterior. Ya me llevan todos los diablos, y a medicus mundi navarra también porque encima esta factura, les toca pagarla a ellos. Volvemos a la SNEL, nuestra segunda oficina (esto tiene connotaciones sexuales que ya os contaré en otro momento) a ver si al menos, podemos cambiar el contador.
Pues no.
No disponen de contadores. Arréglatelo tú porque sino vais a venir aquí a molestar y quejaros con cada factura (sí, esa es la idea, me lo paso pirata gritando como una energúmena porque tú no eres capaz de hacer bien tu trabajo, y encima quieres robarme, no te jode). De nuevo, me alegro de tener un logista tranquilo y pausado porque sino yo le hubiera mordido un ojo. Lo tienes que comprar tú por ahí y luego te cobran un pastón por instalarlo. Pero sólo se venden los industriales y esos están prohibidos para particulares. Pero si quieres, por el módico precio de 250 dólares, un agente de la SNEL te lo vende bajo manga y te lo coloca. Y lo que te va a colocar es ni más ni menos que uno de esos contadores industriales prohibidos para los particulares.
¿No te encanta?
El fin de la historia es la traca final, colofón para esta historia y la alegría que me va a durar hasta la próxima factura porque desde que llegamos de las Navidades, llevamos con cortes de luz durante todo el día, TODOS LOS DÍAS.
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