Si el
mundo es un escenario, África son sus bastidores. Todo lo que luce bien lindo,
lleno de color, de magia y en perfecta armonía en el escenario se produce
porque detrás, en los bastidores, la realidad es más caótica, hay todo un
embrollo de cables y de arreglos más o menos chapuceros que lo permiten.
Sólo en
África, un grupo rebelde con un número reducido de hombres es capaz de amenazar
con controlar un vasto país de más de 2.500 km cuadrados. Sólo en África, esto
puede ser, de hecho, posible. Con las tropas del M23 ya dirigiéndose hacia
Bukavu, el portavoz del grupo rebelde, Vianney Kazarama ha dicho frente a una multitud en el estadio de Goma, que estando,
como están, al servicio de la población (hay que joderse), si les invitan, irán
a Kinshasa. Esto debe ser lo que en diplomacia rebelde versión 2.0 quiere
decir, preparaos todos, que vamos a dar un golpe de Estado que se va a cagar la
perra, pero ya. De modo que el M23, (que luego se reconvertirá en grupo político
de nombre rimbombante como “La Asamblea Nacional de los Supercongoleños
Salvadores del Congo del 23 de marzo, liberadores y además apuestos”) gobernará
el país, caiga quien caiga. Con sus caritas hamíticas y sus sorprendentemente buenas
relaciones diplomáticas con las vecinas Ruanda y Uganda, instaurando un sistema
anglófono, y conduciendo por la izquierda, por qué no? Una gran familia feliz.
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