jueves, 13 de octubre de 2011

Ociando

El ocio de la vida de expat en África puede circunscribirse a los siguientes ámbitos, por orden de importancia y/o frecuencia:

- Cena en restaurante
- House parties
- Excursiones varias fuera de la ciudad
- Discoteca
- Algún que otro concertillo/teatro/cine

El número de cenas semanales + el numero de house parties a las que te invitan es igual al producto de tu popularidad multiplicado por el número de meses que llevas viviendo en la ciudad dividido entre las personas que conoces.

Por ponerlo en términos matemáticos, vaya.

Después de un año y medio aquí, acabas conociendo bastante gente, como conclusión, últimamente estoy hecha un pendón, yendo de fiesta en fiesta y de restaurante en restaurante. He de reconocer que me lo estoy pasando muy bien amigos, y que dure...

martes, 11 de octubre de 2011

Balance final

Siete días sin luz seguidos de cinco si luz. Podría haber sido peor. Podrían haber sido doce días sin agua ni luz...

lunes, 10 de octubre de 2011

Agua y luz, fuentes de vida

Siete días sin agua, yendo a buscarla a la oficina con garrafas, limitaciones rigurosas para el lavado de ropa y el fregado de platos, la higiene personal no admite limitaciones. Por fin, al octavo día, (quizá sea obra de Dios, o de Poseidón, no lo sé), Electrogaz (homóloga ruandesa de la SNEL) descansó (de dar por el...se entiende) y ese maravilloso liquido volvió a correr por las tuberías. Aún el calentador no funcionaba, pero no me importo calentar agua y llenar un cubo con el ya conocido y familiar sistema de te lo echas tu mismo con tu mecanismo.

Gozo total, os lo juro.

Salgo de la ducha dispuesta a secarme el pelo...y se va la luz!

Aún no ha vuelto. Desde el viernes y estamos a lunes. Todo lo que tengo en el frigorífico deberá ser irremediablemente tirado a la basura.

No estoy contenta.

Quizá deba hacer alguna ofrenda a Apolo...

domingo, 9 de octubre de 2011

Lokua Kanza



Para todos esos incondicionales de Lokua Kanza, que no sois tantos, y además, vosotros sabéis quienes sois, un saludo, un abrazo fuerte, miles de besos, mi enhorabuena, todo el cariño que soy capaz de enviar vía el frío internet y las más dulces melodías de guitarra...

jueves, 6 de octubre de 2011

Patrice Lumumba



Hace bastante tiempo que lo estaba buscando y no ha sido hasta ahora que lo he encontrado. El discurso completo de PatriceLumumba, el día que se declaro la independencia del Congo, el 30 de junio de 1960. Hay momentos en la historia, que cambian el curso de la misma, y hay momentos que nunca tuvieron lugar que también hubieran podido hacerlo.

Creo que si a Lumumba no se lo hubieran cargado, fruto de guerras frías que fueron en realidad calientes, el Congo seria hoy un lugar muy diferente a lo que es hoy en día. Demagogia, lo sé. Que este sea mi blog tiene que tener ciertas ventajas a la hora de expresar lo que me dé la gana…

Que conste que no soy ninguna romántica que lleva camisetas del Che, ni cree en la magia ni en la importancia de los discursos sobre florecillas, maripositas y mundos mejores. Soy consciente de que sólo es un discurso y soy consciente de que el poder corrompe, pero también soy consciente de que pronunciar este discurso y acabar asesinado, quizá no sea una casualidad en el mundo en que vivimos, y por eso le doy esta importancia y este reconocimiento a este discurso en concreto.

También porque cuando empecé este blog adquirí el firme compromiso de informar a mis amigos y familiares (y a todo aquel que le interese) sobre este lugar, lejano y desconocido que es el Congo, y que ahora, espero, es más cercano y familiar. Patrice Lumumba no es un héroe nacional, es el héroe nacional y me gustaría acercar esta figura y su mensaje a quienes estén dispuestos a leer un poco más.

Me he tomado la molestia de traducirlo, no está perfecto, pero se entiende.

Discurso de Patrice LUMUMBA, Primer Ministro y Ministro de defensa nacional de la República del Congo, en la ceremonia de la Independencia en Léopoldville el 30 de junio de 1960.

“Congoleños y congoleñas, combatientes de la independencia hoy victoriosos, os saludo en nombre del Gobierno congoleño. A todos vosotros, amigos míos, que habéis luchado sin descanso a nuestro lado, yo os pido hacer de este 30 de junio de 1960 una fecha ilustre que guardareis indeleblemente en vuestra memoria, una fecha cuyo significado enseñaréis con orgullo a vuestros hijos, para que éstos a su vez den a conocer a sus hijos y a sus nietos la historia gloriosa de nuestra lucha por la libertad.

Ya que esta independencia del Congo, - declarada hoy en el acuerdo con Bélgica, país amigo con quien nos tratamos de igual a igual-, ha sido conseguida por medio de la lucha y ningún Congoleño digno de este nombre podrá nunca olvidar esto, una lucha de todos los días, una lucha ardiente e idealista, una lucha en la cual no hemos escatimado ni nuestras fuerzas, ni nuestras privaciones, ni nuestros sufrimientos, ni nuestra sangre. De esta lucha, que ha sido de lágrimas, fuego y sangre, estamos orgullosos hasta lo más profundo de nuestro ser, ya que ha sido una lucha noble y justa, una lucha indispensable para poner fin a la humillante esclavitud, que nos fue impuesta por la fuerza.

La que ha sido nuestra suerte en 80 años de régimen colonialista, las que han sido nuestras heridas, son demasiado frescas y demasiado dolorosas aún para poderlas expulsar de nuestra memoria. Hemos conocido el trabajo extenuante, exigido a cambio de salarios que no nos permitían ni dar de comer a nuestra hambre, ni vestirnos, ni proporcionarnos una vivienda decente, ni criar a nuestros hijos como a seres queridos. Hemos conocido las ironías, los insultos, los golpes que debíamos sufrir mañana, tarde y noche, porque éramos negros. ¿Quién olvidará que a un negro se decía “tú”, no como a un amigo, sino porque el honorable “usted” se reservaba solo a los blancos? Hemos conocido el expolio de nuestras tierras en nombre de textos supuestamente legales que no hacían más que reconocer la ley del más fuerte.

Hemos conocido que la ley no era nunca la misma según se tratara de un blanco o de un negro: cómoda para los unos, cruel e inhumana para los otros. Hemos conocido los sufrimientos atroces de los relegados por opiniones políticas o creencias religiosas; exiliados en su propia patria, su suerte era en verdad peor que la propia muerte. Conocimos que había en las ciudades casas espléndidas para los blancos y chozas derruidas para los negros, que no se admitía un negro ni en los cines, ni en los restaurantes, ni en las tiendas llamadas de europeos; que un negro viajaba incluso en las gabarras, a los pies del blanco en su camarote de lujo.

Quién olvidará los tiroteos donde fallecieron tantos de nuestros hermanos, los calabozos donde fueron brutalmente enviados a los que no querían someterse más al régimen de una justicia de opresión y explotación.

Todo esto, mis hermanos, hemos sufrido profundamente. Pero todo esto también, nosotros, a los que el voto de vuestros representantes ha elegido para dirigir nuestro querido país, nosotros, que sufrimos en nuestro cuerpo y en nuestro corazón la opresión colonialista, os lo decimos bien alto, todo esto ha acabado en lo sucesivo. La República del Congo ha sido proclamada y nuestro país ahora está en las manos de sus propios hijos. Juntos, mis hermanos, mis hermanas, vamos a comenzar una nueva lucha, una lucha sublime que va a llevar a nuestro país a la paz, a la prosperidad y a la grandeza. Vamos a establecer juntos la justicia social y a asegurar que cada uno reciba la remuneración justa por su trabajo.

Vamos a mostrar al mundo lo que puede hacer el hombre negro cuando trabaja en libertad y vamos a hacer del Congo el centro del brillo de África entera. Vamos a velar para que las tierras de nuestra patria verdaderamente sean de provecho para vuestros hijos. Vamos a revisar de nuevo todas las leyes antiguas y a hacer de ellas noticias que serán justas y nobles. Vamos a poner fin a la opresión del pensamiento libre y a procurar que todos los ciudadanos gocen plenamente de libertades fundamentales previstas en la Declaración de los Derechos Humanos. Vamos a suprimir eficazmente toda discriminación cualquiera que sea y dar a cada uno el sitio justo que le viene dado por su dignidad humana, su trabajo y su devoción al país. Vamos a hacer reinar no la paz de los fusiles, sino la paz de corazón y de la buena voluntad.

Y para todo esto, queridos compatriotas, estad seguros de que podremos contar no sólo con nuestras fuerzas enormes y nuestras riquezas inmensas, sino con la ayuda de numerosos países extranjeros de los que aceptaremos su colaboración siempre que sea leal y no procure imponernos una política, cualquiera que sea. En este aspecto, Bélgica que, comprendiendo por fin el sentido de la historia, no ha tratado de oponerse a nuestra independencia, está dispuesta a concedernos su ayuda y su amistad, y un tratado acaba de ser firmado en este sentido entre nuestros dos países iguales e independientes. Esta cooperación, estoy seguro de eso, será provechosa para ambos países. De nuestra parte, estaremos atentos, sabremos respetar los compromisos libremente consentidos. Así, tanto en el interior como en el exterior, el nuevo Congo, nuestra querida República que mi gobierno va a crear, será un país rico, libre y próspero. Pero para que lleguemos sin tardanza a este fin, todos vosotros, legisladores y ciudadanos congoleños, os pido ayudarme con todas vuestras fuerzas. Os pido a todos olvidar las disputas tribales que nos agotan y corren peligro de hacernos despreciar en el extranjero.

Pido a la minoría parlamentaria ayudar a mi gobierno con una oposición constructiva y permanecer estrictamente en las vías legales y democráticas. Os pido a todos no retroceder frente a ningún sacrificio para asegurar el éxito de nuestra grandiosa empresa. Os pido, finalmente,  respetar incondicionalmente la vida y los bienes de vuestros conciudadanos y de los extranjeros establecidos en nuestro país. Si la conducta de estos extranjeros deja que desear, nuestra justicia será pronta para expulsarlos del territorio de la República; si en cambio su conducta es buena, hay que dejarlos en paz, porque ellos también trabajan en la prosperidad de nuestro país. La independencia del Congo marca un paso decisivo hacia la liberación de todo el continente africano.

He aquí, Señor, Excelencias, Señoras, Señores, queridos compatriotas, mis hermanos de raza, mis hermanos de lucha, lo que he querido deciros en nombre del gobierno en este día magnífico de nuestra independencia completa y soberana. Nuestro gobierno fuerte, nacional y popular, será la salvación de este país. Invito a todos los ciudadanos congoleños, hombres, mujeres y niños, a trabajar con vistas a crear una economía nacional próspera que consagrará nuestra independencia económica.

¡Homenaje a los combatientes de la libertad nacional!
¡Viva la independencia de la Unidad africana!
¡Viva el Congo independiente y soberano!”.

domingo, 2 de octubre de 2011

Amor irracional

No lo he planeado. Os lo juro. Ha surgido así. Pero parece que vuelvo a Bukavu, para un fin de semana de camping en el Kahuzi Biega y me he dado cuenta de que la última vez que estuve, fue hace exactamente un año, y me ha parecido que era un poquito de hacérmelo mirar. Este amor irracional por esa pequeña ciudad destartalada, con una belleza natural exuberante y una militarización  indecente.

Supongo que el amor irracional se extiende a todo el país. Es un amor doloroso, de esos que te generan más pinchazos en el corazón que gozo en el pecho. De esos que sabes que te harán más mal que bien, pero que fruto de un masoquismo escondido, no puedes dejar de sentir. Pero ya lo dice mi amigo Albert, ser congoleño y amar a tu país, implica sufrir constantemente. Yo no soy congoleña, pero entiendo a qué se refiere mi amigo Albert...