miércoles, 16 de agosto de 2017

Yo tenía una cabra, que se llamaba Asunción



Os presento a Asunción. Lleva 15 días atada a un árbol en la oficina. Lo que me lleva a preguntarme por los límites del maltrato animal, aquí en RDC. La cabra vino desde Bandundu en nuestro coche.

Aquí, conviene que aclare varios puntos:

1) La cabra fue un regalo a otra persona, que no viajaba en el coche.

2) El trayecto desde Bandundu a Kinshasa es de 9 horas, pero por circunstancias ajenas a nuestro control, aquel día, el trayecto fue de 15 horas, a lo que hay que sumar 3 horas más que la cabra estuvo en el coche, esperando a que el ferry pasara al otro lado del río.

3) En 18 horas, una cabra caga y mea un número razonable de veces.

4) En 15 horas de encierro con la cabra en el coche, el olor a heces y orines de cabra fue directamente proporcional al tiempo transcurrido.

Al llegar a Kinshasa, la cabra se quedó en la oficina, a la espera de ser trasladada a su nuevo hogar. Sin embargo, en un acto de generosidad, la cabra ha sido llamada a permanecer en la oficina, a la espera de la inauguración de las nuevas instalaciones, para su ejecución y consiguiente metamorfosis en brochetas. La pobre.

He de decir que Asunción y yo, empezamos con mal pie. La idea de viajar con ella el coche hasta Kinshasa, aunque graciosa al principio, fue perdiendo gracia a medida que pasaron las horas. Además, por desgracia, pasaron muchas más horas de las previstas. Llegamos a la oficina a la una de la mañana. El olor era insoportable y el cansancio también.

Tomé unos días de descanso, y volví a la oficina. Cuál fue mi sorpresa cuando al salir de la oficina a la tarde, veo a la cabra aún allí. Volví sobre mis pasos para indagar sobre la cuestión, y me dicen que la cabra se queda donde está. Las obras, cuyo fin estaba previsto en julio, continúan y no se ve cerca su final. Pero hay previsto un festín de cabra, el día de la inauguración. Así que tenemos Asunción para rato. He de decir que ahora me da pena. Sin embargo, no voy a hacer ningún esfuerzo por acercarme porque su destino fatídico, está sellado. Por suerte, el hecho de que se pase el día balando, y me impida la concentración, ayuda en mi empeño de mantener la distancia.


No tengo nada en contra de Asunción, pero es una cabra rural en un ambiente urbano. Es una cabra atada a un árbol, ¡en un edificio de oficinas!. Lo que no vean mis ojos en este bendito Congo…

martes, 15 de agosto de 2017

Llamadas

Hay muchas cosas a las que me he acostumbrado después de unos años viviendo en Grandes Lagos, de hecho, mucho ya no me llama la atención, y es una pena. Como ejemplo, los bolsos con el plástico aún sin quitar para que parezca nuevo, en la línea de: trajes con la etiqueta por fuera para que se vea la marca, o paños con la pegatina del Wax (paño) y procedencia (China, en la mayoría de los casos) también para que parezca nuevo durante más tiempo que sólo una puesta. Este concepto, que nos resulta tan extraño, en el fondo, es el viejo y castizo “por aparentar” que tanto conocemos y tan familiar nos resulta. Aquí en Kinshasa, cobra su nota dramática cuando el plástico que recubre las asas del bolso, empieza a tomar una preocupante tonalidad marrón, que me hace pensar en el factor higiénico y de salud de la persona en cuestión, que trata de aparentar.

Sin embargo, hay algo a lo que no me he acostumbrado, y creo que nunca me acostumbraré, pero quién sabe. Se trata de las llamadas telefónicas a horas inopinadas. Tan comunes en este país.

En el fondo, es mi culpa. Si hubiera optado por la inculturación a todo nivel, tendría dos teléfonos. O tres. No puedes ser alguien que se haga respetar en la RDC, si sólo tienes un teléfono. Has de tener dos teléfonos físicamente, y además cada uno, con tarjetas sim de compañías diferentes, para aprovechar las ofertas de ambos proveedores, y además, poder llamar a todo el mundo independientemente de las compañías que utilicen.

Como me he negado a utilizar dos números y dos teléfonos, sólo tengo un número y un teléfono, y además, para más cabezonería, no lo apago por las noches, -simplemente, porque no tengo la costumbre-, supongo que a estas alturas ya veis dónde se sitúan todo mi cúmulo de errores…

Los congoleños llaman a cualquier hora. A cualquier hora, oigan. Esta misma noche, un número que no tengo registrado, me ha llamado a la una de la mañana. No es la primera vez; números, que tengo a veces registrados, me han llamado a las cuatro, o cinco, de la mañana.

He de decir que cuando he recibido estas llamadas, en todos los casos estaba durmiendo, y en todos los casos me he despertado con un sobresalto al que le ha seguido un infarto de miocardio, y la consiguiente asociación mental, de que si alguien me llama a las cuatro de la mañana, es porque a un miembro inmediato de mi familia, le ha dado también un infarto de miocardio, unos minutos antes de la llamada. Pero no. Es sólo un congoleño. Con o, porque siempre son hombres. Las características comunes de todo llamador de madrugada son: a) hombre b) con una tarifa de mierda con la que las llamadas son más baratas de 11pm a 6 de la mañana, que abundan aquí en Congo c) algún tipo de calentón me imagino, pero tampoco quiero pensarlo demasiado…

Nunca contesto al teléfono, por varios motivos. El primero, y principal, es que estoy ocupada intentando recuperar mi ritmo cardiaco, y respirando profundamente, dentro, fuera, aliviada de darme cuenta que el abuelo no se ha muerto, porque con el sobresalto del momento se me había olvidado que ya se murió hace años…

El segundo es que estoy de una mala hostia de proporciones hercúleas, porque un petardo que no sé ni quién es, o aunque lo sepa (a veces eso es peor), me acaba de arruinar mi apacible sueño, con lo que a mí me cuesta volver a dormirme cuando me despierto en mitad de la noche, y el dolor de cabeza que tengo al día siguiente por haber dormido mal.

El tercer motivo es ¿qué tipo de estúpida conversación tienes con un desconocido, con muy pocas luces por lo que parece, recién despertada, post sobresalto y en fase de recuperación tras el infarto?.¿Qué puede estar esperando como resultado de semejante interacción, el lumbreras en cuestión?

– "Oh, no sabes qué ilusión me hace esta llamada a las cuatro de la mañana…justo estaba pensando en ti…"

Supongo que ha de ser eso, porque si no, no me lo explico. Aunque de todos modos, no me lo explico. Pensar que una tía que has visto una vez en tu vida, en un entorno de trabajo, que te ha dado su tarjeta, porque entre otras cosas, es parte de su trabajo hacerlo, va a estar súper contenta de que le llames a las cuatro de la mañana, -un martes-, está, en mi opinión, al mismo nivel que creer en los unicornios; las sirenas; las lamias; el basajaun; pensar que si haces la mayonesa con la regla se corta; o que si pones el disco de los Beatles al revés, oyes al diablo, o a alguno de sus coleguitas de la cuadrilla.

De todos modos, no sé por qué me sorprende tanto, porque aquí en Grandes Lagos, son los reyes del pensamiento mágico, todo es magia, todo es inexplicable y cuando se explica, se le da otra explicación. Así que me puedo imaginar que estos hombrecitos pueden fácilmente creerse que la parada cardiaca es la vía directa a la cama, y al amor eterno, -¿por qué no?-, de una mujer.

Lo que tendría que hacer es comprarme otro teléfono, y otra sim. Llamarlo el "teléfono para los petarditos", tenerlo siempre apagado, y dormir mejor, pero supongo que todo el mundo tiene sus incoherencias.