miércoles, 27 de mayo de 2009

Kisantu



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viernes, 22 de mayo de 2009

Maderos

No hago más que meterme con la poli, que si dan miedo, que si son corruptos, que solo quieren pasta y que si ves uno, sonríe mucho mientras aceleras…

Bueno, pues en esta entrada del blog voy a hacerles justicia y voy a contaros todo lo que hace referencia a la temida policía congoleña.

Para que tengáis todos los datos.

En Limete hay un cuartel de la policía. Pero quieto parao todo el mundo que ya os estáis imaginando algo que no es…Cuando digo un cuartel de la policía, eso quiere decir una tienda de campaña, repito, una tienda de campaña en medio del jardín, como esas grandes del ejército, pero en blanca (o fue blanca un día), en plena calle, con unas sillas fuera, los escudos antidisturbios apoyados en la tienda y una señal de STOP, al lado.

Ahora vamos a situarnos en la piel del poli bueno, al que le dan su traje azul (pero de aspecto como de militar), botas de militar y cinturón de militar, y te dicen, vale, ya eres poli, ahora te vas a la puta calle, a dormir en una tienda de campaña. Pero tranqui nena, que no te va a pasar nada, que tienes una señal de STOP que va a hacer que todo el que tenga ganas de ir a darte una tunda de palos durante la noche, se reprima.

Mira, yo trabajo en una ONGD, y a veces tengo pajas mentales de flores y maripositas, pero en esas condiciones me hago poli malo, que quieres que te diga.

Aquí en Kinshasa, todos actuamos bajo un mismo instinto: el de la supervivencia.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Planes

Un consejo por si alguna vez vivís en África: no hagáis planes. Hacer un plan es la vía mas rápida para que un plan se chafe, es como la ley de Murphy, un atajo es la mayor distancia entre dos puntos.

En África siempre van a pasarte cosas que no esperas o que se escapan a tu control. En la India tuve una sensación parecida que solo puedo describir como: te sientes pequeña. El 99% del tiempo siento que el 99% de las cosas me sobrepasan. Como no es la primera vez que siento esto, me lo tomo con mas calma, pero la realidad es que cualquiera que vive en Gasteiz y curra allí, tiene sus amigos y su pareja allí (y con Gasteiz voy a englobar a Occidente, porque para chula yo), puede no haber sentido en su vida una sensación de indefensión como esta, de que en cualquier momento podrías morir, o alguien que conoces podría morir, de SIDA, de un navajazo, de un atropello. Viviendo en Gasteiz nunca se tiene miedo, ni de la gente, ni de andar sola, ni de la policía, ni de la oscuridad, ni de las ratas. No sientes que puedes enfermar en cualquier momento, no te preocupas de todo eso, porque eso no va a llegar. En Gasteiz, eres invencible, y puedes hacer lo que te de la gana.

En Kinshasa por el contrario mas bien vives en un constante estado de alerta, por la agresividad de la que os hablaba, agresividad que se traduce en que básicamente eres mundele y los demás no. Y eso que significa? Significa que tienes pasta y los demás no (pobres, no están al tanto de mi estado de cuentas, sino me tratarían de otro modo). Pero bromas aparte, ser mundele hace que estés en el punto de mira, para lo bueno y para lo malo. Desde que te levantas hasta que te acuestas eres un foco de atención. Y yo no soy ningún bollycao, pero el mero hecho de ser mundele hace que nunca pueda pasar desapercibida. Nunca.

Me he ido por los cerros de Úbeda, pero todo esto es para deciros que aquí impera todo lo que se escapa a nuestro control, y casi nunca impera nuestra voluntad, así que hacer planes es una tontería.

Por cierto, estamos planeando ir a Kisantu este fin de semana.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Instrucciones para salir de Kinshasa

No me puedo atribuir la autoria del siguiente relato, es de un compi de otra ONGD que ha estado en Kin y que me ha dejado compartir esta anecdotilla en el blog. Se lo pedi, porque creo que el relato es muy bueno, yo me eche unas risas, parece mentira pero es real!!!

Cuenta todo lo que ocurre desde que entras en el aeropuerto de N'Djili hasta que te montas en el avion, toda una experiencia. Tomo nota para cuando me toque a mi...y en cuanto al comentario final, chapeau.

"Cómo salir de Kinshasa (en avión y sin perder los nervios)

Nota previa: El tráfico en Kinshasa es “especial”. Es importante saber desde el centro de la ciudad al Aeropuerto Internacional de N’djili hay 30 kilómetros. Y que un día corriente se pueden tardar dos horas en recorrer esta distancia. En serio. Si tu avión sale a las 21:00, sal como muy tarde a las 17:00.

Al llegar al aeropuerto hay un control. De militares con pinta de mafiosos. Así, para acojonar a la peña... sin embargo, al final resulta que sólo es un peaje para entrar a la Terminal en coche. Son 6 dólares.

Aparcas y sorteas como puedes a los “parking advisors” - como los de Sevilla, pero sin “mono” y con dientes - que efusivamente se prestan a llevarte la maleta. Llegas a la puerta exterior de la Terminal de salidas (no pone nada, pero tu sentido arácnido te dice que es la parte izquierda del edificio). Hay un control: enseñas pasaporte y billete, le aguantas la mirada al poli y pasas.

Subes por una pasarela y cinco metros más adelante encuentras otro control: vuelves a mostrar pasaporte y billete, le aguantas la mirada al poli y pasas.

Cruzas la puerta de entrada al interior de la Terminal. Aquí ojo: hay un detector así como muy tocho para las maletas, pero por el flanco derecho se te acercarán dos supuestos empleados del aeropuerto, con batas azules, a darte la paliza para decirte a dónde tienes que ir, qué papeles te faltan y que lo que haga falta, que ellos te acompañan para hacerte todo mucho más llevadero. Noooo, caca. Sólo quieren pastaca. A mí me llevaron directamente a las cabinas de inmigración, y todavía no me había sacado la tarjeta de embarque, así que tuve que desandar el camino. Por supuesto, me pidieron dinero y no les di nada; no pasa nada por decir que no, sólo insisten un poco más y se van.

Bueno, ahora que ya no te dan la chapa, puedes ir tranquilamente a la ventanilla de Brussels Airlines (BA), una que pone “securité”, a la izquierda detrás del detector. Aquí hay un primer control de BA, en el que enseñas el pasaporte y el billete. Te hacen la tarjeta de embarque y le pasan toda tu documentación a tres polis malos que tienes dos metros a tu derecha, en otra ventanilla. Éstos miran otra vez todo, farfullan entre ellos y te lo pasan por una rendija, esta vez con el premio gordo: ¡ya tienes tu tarjeta de embarque!

Ahora hay que ir a facturar en el desk de BA, a lado de donde estás (verás la cinta). Lo más probable es que lo hayas hecho ya antes en la ciudad (sí, ahora se puede hacer, en el Boulevard 30 de Juin). En este caso, te ponen una etiqueta de BA en el equipaje de mano y listo.

Te vas al fondo del vestíbulo (en el fondo la Terminal es como un vestíbulo circular), donde se ven unas puertas de madera. Ahí hay otro control: enseñas pasaporte y tarjeta de embarque, le aguantas la mirada al poli, le contestas que sí, que eres del Madrid, y pasas.

Cruzas la puerta de madera, y te absorbe el horno de las cabinas de inmigración, donde te sellarán la salida en el pasaporte, si los dioses están contigo ese día. Como no puede ser de otra forma, enseñas el pasaporte, la tarjeta de embarque y la tarjetilla de salida del país rellenada que te han dado antes en BA, le mantienes la mirada al agente de inmigración, le dices que sí, que eres del Barcelona, aprietas los dientes, salivas diez o doce veces, y cuando por fin te deja pasar le das gracias al dios en el que nunca has creído. Y a Odín también.

Un metro más adelante de la cabina (repito: un metro más adelante), hay otro control. Por si en la cabina han cometido algún error durante los 10 minutos que han estado mirando tu pasaporte y tu tarjeta de embarque, aquí vuelves a enseñarlo todo. Pasas y llegas a una puerta, se entreabre y lo ves: oh, la sala de espera, con su dutifrí, su aire acondicionado y su bar... la Tierra Prometida.

Se abre la puerta. Te toca pasar. Y hay otro control, esta vez otro detector para tu equipaje de mano, además de un arco de detección para los pasajeros. Si no llevas encima 3 kg. de diamantes ni un bebé gorila recién disecado, pasas fácil.

Ya estás esperando. Llaman a embarcar y salís todos disparados hacia la pista, camino del avión. Entonces se produce el fin de fiesta apoteósico que nadie se espera. Tres controles. En primer lugar, hay un control para recoger los justificantes del abono de un nuevo impuesto de 50 $ que el gobierno ha creado para que los pasajeros sufraguen la construcción de una nueva Terminal (te preguntas si la verán tus hijos...). Se supone que esto lo has pagado al facturar, ya sea en el aeropuerto o en la ciudad, como unas 10 horas antes, por lo que puede que ya ni te acuerdes de dónde tienes el recibo de los cojones. Así que al loro con esto, porque si no tienes que volver a pagar...

Un poco más adelante, todavía en la pista, enseñas el pasaporte y la tarjeta de embarque (algo te dice que para esta gente cualquier precaución es poca), y cinco metros más adelante hay una mesa gigante donde te hacen abrir tu maleta de mano, no vaya a ser que se les haya pasado por alto algún tomate de tus calcetines o esa zurrapa de gayumbo que podrías utilizar perfectamente para amenazar a la tripulación. Por último, ya casi en las escaleras del avión, tienes que pasar por otro detector, por si en la sala de espera o en la pista te han pasado un par de crías de cocodrilo (para el zoo de Cascante, no te jode...)


Y eso es todo. Así de simple. En resumidas cuentas, entre pitos y flautas te has visto sometido a 15 controles de distintos pelajes, y has tenido que enseñar el pasaporte solamente en 8 ocasiones. Con el plus de que has pagado 6 dólares por entrar en la atracción y has pagado otros 50 para contribuir a que algún día puedas disfrutar de algo mejor.

Ya en vuelo, la azafata se acerca para ofrecerte algo de beber; antes de que medie palabra, tú y tu cagalera de la muerte ya le habéis enseñado el pasaporte, el carnet del gimnasio, la foto de tu novia y la tarjeta de Osakidetza, por si acaso...

Ahora, en la distancia, te vienen a la mente los otros aviones, los del Este. Esos aviones nocturnos que sobrevuelan la ciudad de Goma camino a Ruanda, petaditos de coltán y otras cosas ricas de la RDC. ¿Cuántos controles tendrán que pasar estos aviones antes de despegar...? Te preguntas si las autoridades congoleñas pondrán tanto empeño en neutralizar este tráfico aéreo de rapiña que representa gran parte de los problemas de este país."

domingo, 10 de mayo de 2009

Bichos

Los bichos merecen también otro capítulo aparte. Hay bichos de todo tipo, puedo hacer incluso apartados:

1) Las hormigas
Si dejas por el espacio exacto de dos nanosegundos una miga de pan en la mesa, todo se llena de hormigas de color parduzco, más pequeñas de lo normal, y con esto quiero decir, de las que yo conocía hasta ahora. Lo mismo ocurre con una gota de aceite, de agua, o cualquier cosa que se te caiga, todo termina con aspecto de hormiguero que no es que de asco, pero sí un poco de rabia. Tener una fila de hormigas en el cajón de los cubierto no es agradable.

2) Los mosquitos
Malos siempre, portadores del paludismo, ahora estamos en la época de lluvias así que es digamos, su agosto particular. Los hay cabrones que se ensañan y te dejan la pierna desde el tobillo hasta el muslo como un colador. Se turnan para comer digamos y pueden picarte varios en la misma zona. El repelente funciona más o menos bien, pero hay que acordarse de ponérselo...La única satisfacción que te dan es cuando de vez en cuando das una palmada y matas alguno, será una tontería, pero os juro que se sacia algún que otro instinto de venganza.

3) Las lagartijas, lagartos y demás reptiles de colorines
Impresionan a veces por su tamaño, aquí los hay bien grandes, y los hay negros y naranjas o de otros colores. También se hace raro verlos correr por las paredes de casa. Normalmente asociamos las lagartijas con el “exterior”. Se quedan colgados en el techo, pero eso es bueno porque se zampan los mosquitos del punto 2, que recordemos, son siempre malos.

4) Los ratones
En el campo, bueno. Pero en la oficina o en la casa, rotundamente asquerosos. Menos mal que tenemos a Isaac, un gatito más pequeño que Primus (que por cierto, nunca apareció) y que tiene más miedo a los ratones, que los ratones a él. Pero bueno, sólo con el olor a gato, los ratones ya no se acercan.

5) Los gatos
Pues qué queréis que os diga, Primus era genial, era muy guapa y muy espabilada y Isaac es más nervioso y más guarrete, no es tan guay, pero supongo que nos tendremos que acostumbrar al cambio. Todavía no le he cogido mucho cariño, pero supongo que será cuestión de tiempo, sigo de luto por Primus, será un rollo chungo visceral de los tauro, pero cojo mucho apego y luego me cuesta...

Y creo que más o menos, excepto algún gallo y alguna cabra que he visto andando por la calle, estos son todos los bichos de Limete, con los que tengo digamos, contacto diario...

martes, 5 de mayo de 2009

La piscina

Creo que voy a dedicar un capitulo especial a la piscina de Limete, el barrio en el que vivimos. Hay dos Limetes, el industrial y el residencial. Nosotros vivimos en el residencial y la piscina, al otro lado del Boulevard Lumumba esta en el quartier industrial.

Limete es un barrio burgués congoleño, creo que en más de una ocasión he dicho que tenemos suerte de vivir aquí. Es tranquilo y es más seguro que el centro, no notas que la gente te mire mal ni que tengas que andar con más cuidado del habitual. De hecho, podemos ir andando a los sitios sin problemas. Para que os hagáis una idea, Médicos sin Fronteras no deja a sus empleados salir por la noche y exige siempre ir en coche y con la puerta cerrada y las ventanillas subidas. Todos los mundeles del centro tienen mucha psicosis con la seguridad, supongo que cuando el rió suena, agua lleva, por lo que la tranquilidad de Limete se agradece doblemente.

Pues bien, ubicados ya en Limete y su realidad, la piscina es de estudio sociológico. Esta llena de gente joven, adolescentes en su mayoría, en plena edad del pavo. La edad del pavo aquí calculo que tiene que ser intensa, hace mucho calor, no se si me entendéis…

La cosa es que literalmente los chavales y chavalas se pavonean unos enfrente de los otros, bailando a la congolesa (eso quiere decir, bien de movimiento pélvico) con la música a tope y sus cuerpazos. Por que hay que reconocer que tanto las chicas como los chicos están como esculpiditos en ébano. Haceos cargo de que este, es un barrio burgués, con lo cual, los adolescéntricos en cuestión son niños pijos, lo cual lo hace aun mas pintoresco.

Como muchos no tienen bañador, van en calzoncillos, ahora bien, como van a ligar, tampoco llevan cualquier calzoncillo, van con Calvin Klein y cosas por el estilo, algo que favorezca el pavoneo.

Las chicas van con modelitos de todo tipo: falditas, camisetas que se atan con una tira en la espalda, cadenas de plata que se cuelgan en la cadera…Las mundeles no podríamos ni sonar con ponernos algo de eso, primero, porque nuestra obsesión es que nos de el sol, y con tantos accesorios luego te quedas a rayas como un mapa, y segundo, porque no tenemos esos cuerpazos. Como dice mi compi, son una raza superior. Pero si que es verdad que les importa mucho el físico y la apariencia, supongo que algo de esfuerzo habrá, pero la naturaleza les ayuda.

La piscina se llena el fin de semana que no cabe un alfiler, pero muchos no saben nadar con lo cual media piscina esta a rebosar y la otra mitad con cuatro gatos. Es común que te pidan que les enseñes a nadar.

Para que entendáis la siguiente anécdota, os tengo que poner una introducción. En Kinshasa, la mayoría de las chicas lleva postizo o peluca. Supongo que se las compran en los chinos, son baratas y te permite ser “super cool”. Pues bien, esta es la imagen: cuatro chiquillas de unos 15 anos que entran moviendo sus caderas y con sus modelitos en la piscina, pasan asegurándose de que los chicos dentro del agua las vean bien, llegan a la mesa, se quitan la ropa, se quedan en bikini, se quitan sus pelucas, las dejan sobre la mesa y se meten al agua. Todo glamuroso hasta ese momento en el que sobre la mesa de la piscina yacen cuatro cabezas peludas. Os juro que saque la foto, prometo subirla al blog.

sábado, 2 de mayo de 2009

Cumpleaños

Mañana es mi cumlpeaños y absolutamente nada de lo que me rodea es familiar. Creo que es en estos momentos cuando te das cuenta de lo lejos que estás de casa y de los tuyos. La sensación no es exactamente nueva, este es el tercer año que paso un cumpleaños fuera de casa, pero aún así, no puedes evitar pensar en los tuyos y en lo importante que es algo tan insignificante como un día cualquiera en el que se dio la circunstancia de que naciste.

Puede que esté un poco más sensible porque ayer fui a una fiesta en casa de una pareja de USAid, había allí un montón de personas que no se conocen entre sí intentando establecer entre ellas relaciones artificiales. Entre ellas, yo. Y qué queréis que os diga, supongo que entre toda esa gente, habría personas maravillosas, pero me cansa mucho psicológicamente iniciar conversaciones insulsas cada 10 minutos con desconocidos con los que a veces sientes que no tienes absolutamente nada en común y con los que se producen silencios incómodos. Y lo peor es cuando conoces a otras personas que te parecen simpáticas o con las que podrías irte a tomar un café pero sientes de igual modo que eres parte de sus 10 minutos y que acto seguido pasará a hablar con otra persona otros 10 minutos y serán probablemente igual de simpáticas. Es muy extraño, muy muy artificial, no sé cómo describiroslo pero os aseguro que deja sensación de vacío invertir esfuerzos en conversar amablemente sabiendo que no es más que otra relación superficial. Sobre todo teniendo en cuenta que en estos momentos de mi vida no estoy buscando nuevas amistades, pero también es cierto que voy a pasar aquí un año y tienes no el deseo, sino la necesidad de hacer algo más que no sea dormir, comer y trabajar.

Ayer unas chicas de USAid me preguntaron si éste era el primer país de África en el que vivía, contesté que sí, y todas las que habían vivido en otros países africanos, parecían estar de acuerdo en que el Congo es diferente. Digamos que particularmente jodido. Está bien saberlo de cara al futuro. Lo tenía bastante claro, pero he constatado ya que podría celebrar mi cumpleaños en cualquier lugar del mundo.