martes, 19 de noviembre de 2019

Retrospectivas y visión futura


Recupero un viejo post que nunca publiqué y añado mi visión actual.

"Voy camino de los dos años en Kinshasa. He sobrepasado de largo mi última experiencia en Kinshasa en 2009-2010 en la que después de un año, Kinshasa ganó la batalla, y no pude soportarlo más. Estoy, sin embargo, lejos de los 4 años pasados en el vecino país, donde al margen del silencio, y unos primeros seis meses difíciles, viví una de las mejores épocas de mi vida.

Creo que ni siquiera hay comparación, cada destino es diferente, y tiene sus cosas positivas y negativas. Sin embargo, no puedo evitar hacer comparaciones, y casi siempre van de la mano de la experiencia que dan los años, supongo, y que ahora las cosas son más fáciles para mí, por el contexto específico.

Llegué a Kin con mucho miedo de convertirme en la versión agresiva de mi misma, que fue lo que me pasó hace nueve años. Venía de pasarme 27 años en un contexto muy europeo y muy organizado, y Kinshasa fue sin duda un choque. Creo que lo amé intensamente en la misma medida que lo odié intensamente. Todos los sentimientos que me provocó fueron intensos y extremos. Mucho enfado, mucha impotencia, mucho amor y mucho dolor. Yo siempre he dicho que amar el Congo es un amor que hace daño.

Creo que esta vez, veo las cosas con más perspectiva. Cuando el trabajo y la vida aquí me ha dejado absolutamente sin una gota de energía, me he ido de vacaciones, con el orden del día en la agenda de las vacaciones, de pensar seriamente si quedarme aquí, me compensa o no. Decidí quedarme.
No me he arrepentido de esta decisión, estoy contenta aquí. Es un destino difícil, sí. Es una ciudad difícil, sí. Es un contexto difícil y siempre parece que estemos al borde del abismo. Siempre hay una crisis que sucede a la siguiente. Siempre al borde del abismo.

Después, cuando se presentado de improviso la oportunidad de irme, entré en una especie de crisis vital. No estaba preparada para irme. Bromeo diciendo que estoy enamorada de un novio que me pega. Esa es la sensación que tengo con el Congo. Lo quiero, no puedo dejarlo, pero en el fondo sé que se ha de acabar porque no es bueno para mí a largo plazo."

Llegando ahora a los tres años y medio, creo que estoy en un periodo más estable sin tanto sobresalto. Al mismo tiempo, ahora, sí que estoy preparada para otro nuevo destino.