martes, 24 de abril de 2012

Vidas


Tengo un amigo que tiene puesto en su perfil como frase favorita: “Ahora es cuando”.

Vengo pensando en séptimas vidas gatunas y en vidas como videojuegos. Si tuviéramos tres, como en los videojuegos, seguro que la primera y la segunda se agotarían de la manera más tonta, llenas de errores imperdonables y de torpezas. La tercera y última sería valorada como preciosa y las cosas se harían con más cautela y precisión.

Voy a cumplir 30 y me siento como entrando en la tercera vida. He cometido errores imperdonables y torpezas. Entro en la última oportunidad, para vivir la vida como si fuera la última, no pensando en mañana, calibrando y aprovechando cada momento. No me estoy refiriendo a que por ser cauto, se dejen de hacer cosas, sino todo lo contrario. Ser cauto implica hacerlo hoy, porque quizá mañana ya no estés aquí.

Ahora es cuando. Tengo amigos que son sabios, a veces. El resto del tiempo son mis amigos.

martes, 10 de abril de 2012

Sin vagonetas


Siempre digo que la mayor enseñanza que me llevo de África es el hecho de haber aprendido a vivir con un alto grado de incertidumbre, que antes no soportaba, y ahora llevo mejor.

La gente me pregunta cuáles son mis planes y les contesto con la fecha de fin de mi contrato. Hasta ahí es hasta donde sé, y la verdad, no me molesta. Será cuando tenga que buscar un nuevo curro que me agobiaré, si no lo encuentro, claro.

Me gusta este grado de incertidumbre, porque estoy contenta con lo que tengo y creo que lo que viene será mejor. Creo que si todos tuviéramos presente y supiéramos la fecha exacta de nuestra muerte, haríamos las cosas de manera diferente. No ahorraríamos toda la vida para comprar un apartamento de 30 metros cuadrados, no dejaríamos un duro en el banco, viajaríamos más y conoceríamos el mundo, seríamos más irreverentes, más osados, más inconformistas.

Conozco a mucha gente que vive en Europa y que siente que está en una vagoneta, que la vida te lleva y tú no decides nada, que todo está escrito, que somos monigotes luchando por ser felices en un mundo que te oprime y te exprime. Yo no he tenido esa sensación desde que estoy aquí. Para mí, cada día es una nueva aventura, cada día pasan cosas y cada día aprendo, río, lloro, amo. Me encanta ver el sol cada mañana y saber que sigo aquí y que las cosas que me pasan son fruto de las decisiones que yo he tomado. 

No hay vagonetas a la vista.