jueves, 15 de mayo de 2014

Sentimientos encontrados

Ya tengo fecha de fin de contrato. 30 de septiembre.

Es una tontería, porque sabía que sería por esas fechas aproximadamente. Sin embargo, el hecho de tener la fecha exacta en mi mente me produce sentimientos encontrados.

Supongo que no es por la fecha, es por el hecho de irme. Todo en mi mente y raciocinio me indica que es la decisión correcta. Es el momento correcto. Es el paso profesional correcto. Es el paso personal correcto.

Sin embargo, mi corazón quiere llorar, tan fuerte y de forma tan histérica que es casi insoportable.

Sentimientos encontrados. Mixed feelings.

Esto es lo que la gente repite como una cantinela cada vez que se va.

Somos viejos conocidos, los sentimientos encontrados y yo. Desde el principio. Ya desde que me fui de Vitoria-Gasteiz, donde se hace la ley, y un amigo me decía que no cambiase. Ya entonces me parecía difícil no cambiar. Cinco años después puedo decir sin ningún género de dudas, que sí, que he cambiado. Pero quiero pensar que es para mejor. Estoy de acuerdo con él en que no empiezas una nueva vida, es solo una forma de hablar, empiezas un nuevo trabajo, vives en una nueva casa, haces nuevos amigos. Pero la vida es la misma. Es tan parte de mi vida los tediosos años en el colegio de monjas como el Rwasmus, tan míos los poteos por la Cuchi como los días que pasé gritando histérica a alguien de la REGIDESO en el Congo. Tan yo misma, los horribles primeros seis meses que pasé en Ruanda como la rumba congoleña que bailé en Los Latinos de Kin.

Todas las partes de la vida tienen su parte buena y su parte mala. Pero todo junto hace nuestro bagaje y estoy encantada con el mio. Me hacen quien soy. Me alegro de que en el global, mi vida solo ha cambiado para mejor, es ligeeeeramente posible que hoy en día sea más cínica de lo que era y más escéptica. También soy muuuucho más pragmática, más resolutiva y más inquebrantable. Pocas cosas me quitan el sueno, pocas cosas me enfadan, tiendo a pensar que todo se soluciona antes o después y soy más sincera, y mi paciencia ha crecido hasta limites insospechados. Me gustaría decir que soy más humilde, pero es mentira, sin embargo, me he tenido que bajar los pantalones en numerosas ocasiones frente a gente con distintos grados de poder (para joderme/nos), y sé fingir la humildad requerida y el peloteo de forma muy convincente, aunque maldiga por dentro. Como en África todo es extremo, una se vuelve más extrema. Pero ya me va bien...

Con lo cual, frente a esta situación, optaré por concentrarme en la ilusión del nuevo reto y no en la nostalgia de la partida. No será fácil. Pero lo intentaré.


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