martes, 16 de marzo de 2010

Vecinos

Al lado de nuestra casa hay una iglesia de testigos de Jehová. Tenemos con ellos una relación cordial que podemos definir como inexistente. Los martes y los domingos hay misa, cantan con un piano durante una hora, y el resto del tiempo, silencio absoluto. Vamos, lo que se puede decir, el vecino perfecto en Kinshasa.

En general, la estructura de las casas en Limete con un muro cubierto con alambre no promueve que vayas de visita a casa de ningún vecino, con un vasito pidiendo sal. Sin embargo, Kin es una ciudad que no duerme nunca y puede haber fiestas que duran toda la noche o gente que decide que las tres de la mañana es una hora estupenda para cantar a capella cánticos religiosos, como los de la parcela vecina, por el otro lado. En estos casos, mi compi pone en práctica sus fluidos conocimientos de lingala y grita a pleno pulmón: tika makelele! (literalmente, cállate).

En fin, en esta cómoda inexistencia de relaciones vecinales nos movíamos hasta esta semana en la que los vecinos han considerado oportuno mandarnos una invitación a todo color (que les habrá costado un pastón, porque ya sabéis que aquí todo es caro, e imprimir en color más), para celebrar con ellos la muerte de Jesús.

Tres invitaciones, para tres personas que vivimos ahora en la casa con fecha y hora para el evento (he de deciros, por otra parte, que el conocimiento exacto de nuestra vida intramuros me ha dado un poco de miedito, porque yo no sé ellos cuántos son...pero supongo que se lo habrán preguntado al guardian, o quizá es que me resisto a admitir que una mundele en Kin nunca pasa desapercibida).

En resumidas cuentas, percal.

Me pregunto cómo tres ateas practicantes vamos a encontrar la manera de declinar amablemente esta invitación...

Esta misma mañana, y os juro que no he sido yo, me he encontrado las tres invitaciones en el cubo de la basura. En una casa en la que no se tira nada, que desde que llegué, he tirado a hurtadillas alguna que otra huevera y algún que otro bote, porque hay recopiladas hueveras de cartón y botes de vidrio desde el inicio de los tiempos, tanto que podríamos hacer un estudio de grabación insonorizado o incluso un bunker con hueveras y podríamos sobrevivir a un Def Con 2, con todo lo que habríamos embotado.






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