martes, 9 de agosto de 2011

Hell's Kitchen


Me gusta cocinar. Yo supongo que siempre me ha gustado, pero cuando vivía sola en Vitoria apenas lo hacía, porque me daba una pereza horrible cocinar para mí sola. En Kin, era imperativo legal, y nos turnábamos entre los cuatro de la casa. Cocinar una vez cada cuatro días, para mí era estupendo, es el número perfecto de veces semanales y es el número perfecto de personas por cazuela.

En Kigali, al principio, nos hacían la comida, lo cual es una ventaja en términos de tiempo y de esfuerzo y una desventaja en términos de variedad de lo que comes. Yo supongo que Cécile trataba de cocinar según nuestro gusto pero no siempre era lo más acertado (he comido cosas como pizza de guisantes con remolacha, francamente, no recomendable). Ahora que estoy solita en casa, he decidido ser formal y organizada y cocinar todos los días. 

Contra todo pronóstico, lo estoy llevando bien, me hago mis sopas y mis cremas, mis guisados y mis menestras y me encuentro a mí misma buscando recetas en internet sobre platos con calabaza y postres con maracuyá (hay que aprovechar los recursos locales). El jueves tengo invitados para cenar. Espero estar a la altura.

1 comentario: